domingo, 23 de junio de 2013

LAS TORRES DE NUREMBERG - POR JOSÉ SEBASTIÁN TALLÒN (Selecciòn)

Nació en Barracas en 1904. Luego se mudó a Temperley, a una modesta casa. Allí se hizo muy amigo de Rafael Jijena Sánchez. Luego se mudó nuevamente a Buenos Aires. Allí, su desarrollo corporal lo llevó a practicar deportes como natación y boxeo amateur. En el libro `Exposición de la actual poesía argentina´ de César Tiempo y Pedro J. Vignale, donde se da cuenta de los nuevos poetas surgidos entre 1922 y 1927, se menciona que para esa época Tallón vivía en la calle Brasil, número 1388, y que su profesión, aparte de la poesía, era el pugilismo.
Su primer libro de poesías apareció en 1925, "La garganta del sapo". Más tarde, en 1927, cuando escribió "Las torres de Nuremberg", se convirtió definitivamente en el primer poeta argentino que escribió para los niños. 
La difusión de sus libros le permitió conocer a Raúl González Tuñón, Luis Emilio Soto y Conrado Nalé Roxlo. Su casa de la calle Brasil se convirtió en un cenáculo de artistas, al que concurrían: Jorge Luis Borges, Luis Franco, Caraffa, Alvaro Yunque, Jijena Sánchez, César Tiempo, y otros. Fue, además de poeta infantil, dibujante caricaturista, pintor y músico.
María Elena Walsh dijo de él que fue el precursor de la literatura infantil. Falleció el 15 de Septiembre de 1954. (fuente: http://www.temperleyweb.com.ar)


Prólogo del libro

(Esta que llamo Nuremberg, no es
la ciudad fabulosa de Alemania,
sino la otra Nuremberg que tiene,
para sus torres, la primera infancia.

Es la que vino en labios de los cuentos.
Es la ciudad iluminada
que mi alma niña descubrió en las nubes
y en el cristal del botellón del agua.

Y todo ocurre en Nuremberg. Aquella
que hasta la gota de rocío alzaba.

su torrecilla luminosa. Quise
renovar mi niñez; y fui a buscarla
en una gota en la que un día triste

se me fue al suelo la ciudad enana).


La gota de agua
 
Salió del mar y se encontró en la nube.
Después, la nube se alejó en el viento.
Y por fin, al llover, la gota de agua
se encontró en la raíz de un duraznero.

Otras gotas quedaron en las ramas,
y al verse tan brillantes y arriba, se rieron
de la pobre gotita que en la tierra,
tan abajo oscura, se había muerto.

Pero cuando en el árbol no quedaba
de las gotas brillantes ni el recuerdo,
la gota muerta no era muerta. Era
jugo en el jugo de un durazno nuevo.


El vendedor de pájaros ciegos

Iba de puerta en puerta, con su jaula a la espalda,
el vendedor de pájaros cantores:
-¡Vendo pájaros ciegos! ¡Vendo pájaros ciegos!-
Y a Juan no le faltaban nunca los compradores.

Los cazaba en el campo. Les pinchaba los ojos
con un clavo punzante que doraba en el fuego…
Y como por milagro brotaban las canciones
que Juan, lleno de orgullo, paseaba por el pueblo.

Al cabo de los años lo halagó la riqueza.
Y cuando socorría a los pobres, afirmaba
que nada hace más grande la bondad de los hombres
que llevar muchas penas a la espalda.



La alcancía y el cántaro

Pasa Juan Labrador, el campesino.
Le regala su sombra la arboleda.
Con la mano derecha tiene el cántaro
de roja arcilla que el hombro lleva

Pasa Juan Labrador, todos los días
a la hora del alba y de la siesta.
¡Pasa Juan Labrador, y lleva el cántaro,
con el cántaro va, rumbo a la siembra!

Tiene un campo de trigo a veinte pasos
de la última casa de la aldea.

Y en el umbral de esa casita aldeana,
hay un niño sentado que lo espera,
para verlo pasar. Todos los días
pasa Juan Labrador junto a su puerta.

Y en ese día de calor lo ha visto
venir cansado por la carretera…
¡Para beber, para beber del cántaro,
buscó la sombra y se  detuvo cerca!

¡Bebe Juan Labrador! Y siente el niño
que su boca también está sedienta…

¡Corre, corre a buscar su cantarillo,
que está olvidado entre las cosa viejas!
¡La alcancía de barro!¿Qué alfarero
le dio el destino de guardar monedas?

¡Ya se hunde en el fondo del aljibe
y entra el agua-¡glu glu!- cantando en ella!
Convertida en un cántaro que canta
-¡glu glu!- dichosa, la alcancía suena!

Bebe el niño después.
Por las mejillas
corre limpia y feliz el agua fresca…


Adivinanza

¡Adivina, adivinador!
Vino a mi casa un gran señor.
¡Tic-tac! ¡tic-toc!

Cuando llama toca el timbre
y es chiquito y barrigón.
¡Tic-tac! ¡tic-toc!

Tiene dos cuchillos negros
y paticas de gorrión.
¡Tic-tac! ¡tic-toc!

En la espalda tiene llaves
y ganzúas de ladrón.
¡Tic-tac! ¡tic-toc!

Se ha venido con paraguas
y no llueve ni hace sol.
¡Tic-tac! ¡tic-toc!

¡Adivina, adivinador!
¡Quien es este gran señor?
¡Tic-tac! ¡tic-toc!


El sapito Glo Glo Glo

Nadie sabe dónde vive.
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... glo...
¿Vivirá en la chimenea?
¿Dónde diablos se escondió?
¿Dónde canta cuando llueve
el sapito Glo Glo Glo?
¿Vive acaso en la azotea?
¿Se ha metido en un rincón?
¿Está abajo de la cama?
¿Vive oculto en una flor?
Nadie sabe dónde vive-
Nadie en la casa lo vio.
Pero todos escuchamos
al sapito: glo... glo... Glo...


La cápsula de fusil

Abdón, el cazador, alzó el gatillo,
apuntó sobre el árbol, hizo fuego,
se escapó de la cápsula un silbido
y un poco de humo se perdió en el viento.

Y cayeron tres pájaros. Piadoso
torció el gañote al que no estaba muerto,
los metió en una red que puso al hombro,
y se dejó llevar por el sendero.
Limpió entonces la cápsula vacía,
se la arrimó a los labios, sopló luego,
y una nota de flauta, tristemente,
se enroscó, como en un nido, en el árbol desierto.

Después, pensaba Abdón: -“¡Qué maravilla!
¿Qué le has dado, gran Dios, a mi instrumento,
que con la tibia caricia me resbala
por la espina dorsal, el sentimiento?”

Y era un hilo de sangre que caía
de un pajarito con el pico abierto.


La nena pobre

La nena pobre, que nunca
tuvo juguetes, se alegra.

Canta una canción de cuna
más linda que las estrellas.

Contra su pecho, apretado,
tiene un bebé sin cabeza.

Está el muñeco tan roto,
tan sucio está, que da pena.

¡Pero qué caliente está
en los brazos de la nena!

Canta una canción de cuna
más linda que las estrellas.


La ciudad de Nuremberg

Esta ciudad, amigos,
es la más linda y más lejana.
Tiene mil años y quinientas torres
y en cada torre suena una campana.

Más allá de los mares,
escondida entre bosques y montañas,
a la orilla de un río,
roja, verde y azul está pinada.

Es más azul que verde;
más que verde y azul, es colorada.
Y como siempre la refleja el río,
roja, verde y azul parece el agua.


Canción del niño que vuela 

El niño dormido está,
¡y qué sueño está soñando!
¿Qué sueña? Sueña que vuela.
¡Què bien se vuela soñando!
Abre los brazos, los mueve
como un ave, y va volando...
¿Qué sueña? Que no es un sueño.
¿Qué bien se sueña volando!
En la cuna quieto está.
Pero sonríe, soñando.
¿Qué sueña? Que vuela, vuela.
¡Qué bien se vuela soñando!



8 comentarios:

  1. Una amiga ayer contaba que el primer libro que le había impactado había sido "Las torres de Nurenberg". Lo buscamos y encontramos algunos poemas sueltos del libro. Pero los favoritos de ella no estaban en esa selección. Tres de ellos están aquí. Gracias por compartirlos.

    ResponderEliminar
  2. «Las torres de Nuremberg» es uno de mis libros de infancia. Hace un tiempo escribí sobre él en mi blog: 502patriciafernandez.blogspot.com
    Qué pena que no existan nuevas ediciones.

    ResponderEliminar
  3. Vuelve la infancia con este libro y descubro también por qué escribo los poemas que que escribo. Infinitas gracias.

    ResponderEliminar
  4. El libro que más ame de niña y aún hoy a mis 48. Soñaba con sus ilustraciones, construía mí mundo de Torres y Juegis, danzaba y cantaba sus versos con melodías inventadas que creaba... Recitaba sus versos una y otra vez incansable hasta en mis sueños! Maravilloso

    ResponderEliminar
  5. El libro que más ame de niña y aún hoy a mis 48. Soñaba con sus ilustraciones, construía mí mundo de Torres y Juegis, danzaba y cantaba sus versos con melodías inventadas que creaba... Recitaba sus versos una y otra vez incansable hasta en mis sueños! Maravilloso

    ResponderEliminar
  6. a mi me lo regalaron cuando cumpli 6 años en 1967 en un cumpleaños
    hoy a los 58 años sigo cada tanto leyendolo y obvio que me acuerdo de memoria el sapito glo glo glo sin ninguna duda el libro de mi infancia. HERMOSO

    ResponderEliminar
  7. A MIS SEIS AÑOS CUÁNTAS EMOCIONES MOTIVÓ EL SAPITO GLO GLO GLO... GRACIAS!

    ResponderEliminar