Era Médico
(Enviada por Sara Crámer del Pont)
El Dr. Eduardo Wilde, nuestro gran humorista, llega a un puerto de Irlanda. Los empleados de aduana inspeccionaban su equipaje.En el fondo del baúl aparece un revólver.
El empleado toma el arma y mira significativamente a su propietario.
Wilde le dice entonces, despectivo:
- Quédese con el revólver... No lo necesito... Soy médico.
Paisano Bárbaro
Había notado don Lucas Córdoba que un teniente de su compañía, de apellido Villafañe, pasaba las formidables siestas riojanas leyendo constantemente. Día tras día observaba a éste, y le admiraba su contracción al estudio y la paciencia con que soportaba el calor reinante.
Viendo en él pasta de un futuro general, que por su ilustración daría gloria al ejército y a la patria, resolvió felicitarlo y alentarlo en sus estudios, y con tal propósito se le aproximó una tarde, justamente a la hora de la siesta.
El teniente, absorto, con los ojos clavados en el libro, ni siquiera advirtió la presencia de don Lucas.
-¿Estudiando, amigo, siempre estudiando?
-No, mi capitán: estoy matando moscas.
-¡Cómo!
-Sí... Espero a que una se pare entre las hojas, cierro el libro de golpe, y... iá está; ió las mato así.
La solemnidad de Rivadavia
(Enviada por Isabel Del Ponte Cabrera)
Don Segundo Rodríguez, honrado barraquero y buen ciudadano de la naciente república, era amigo de infancia de Rivadavia. Tuteaba, pues a don Bernardino.
Cuando Rivadavia fue elegido presidente, Rodríguez fue uno de los primeros en acercarse a felicitarlo:
- Gracias... Pero... no olvide usted que no se tutea a un presidente de la república.
Rodríguez enmudeció por un instante; luego, recobrándose le dijo:
- ¿Me permites que te tutee una vez más todavía?
- Sea -consintió solemnemente el gran estadista-
- Entonces te podés ir a …. la gran charca con tu solemnidad y todo.
Y Rodríguez se alejó disgustado para siempre de su amigo de la infancia.
Libertad de sufragio
(Enviado por Isolino Manzanares Rosny)
En gira por el norte de la república, detúvose el general Roca en Tucumán, coincidiendo el día de su llegada con unas elecciones locales.
Era a la sazón gobernador de la provincia el hoy legendario Lucas Córdoba, para quien, naturalmente, fue la primera visita del general.
Como en el curso de la conversación el general Roca insinuara a su amigo la necesidad de ampliar las libertades electorales, don Lucas se defendió diciendo:
- No puedo hacer más, Julio. Me acaba de informar Montenegro (jefe de policía) que tendrá que cerrar el comicio, pues son tantas las libertades, que hay quienes han votado más de diez veces.
Se escapó raspando
(Enviado por José Alvarez)
De vuelta de Buenos Aires, a donde había ido “por negocios”, don Romualdo se trajo un revólver que siempre andaba con ganas de probar. Una mañana su compadre Arcadio, que habitaba un rancho vecino, estiraba los últimos sorbos de su cimarrón apoyado en la tranquera, cuando llegó Romulado, que con gran agitación le dijo:
-Compadre, anoche estuve en grave peligro de perder la vida.
-¿Qué te pasó? -Preguntó Arcadio.
-¡Casi nada! Resulta que me desperté a media noche y vi un bulto blanco que se movía a los pies de mi cama. En menos que canta un gallo tomé el revólver y ¡pum! ¡pum! Le hice dos disparos. Encendí entonces un fósforo y ¿sabés lo que era?
-No caigo
-¡Mi camisa! ¡La había atravesado de parte a parte!
-Muy gracioso -comentó Arcadio-, pero no veo que tu vida estuviera en peligro...
-¡Como no, hombre! -le interrumpió Romualdo-. Imagínate que me hubiera ocurrido dormir con la camisa puesta.
Suerte que venía de punta...
(Enviado por Eduardo Trangoni)
Allá por 1898 llegóa ala casa de su padrino, que vivía a unos 3 Km. De Mercedes y cerca de la vía férrea, un paisanito de unos 18 años, que nunca había visto el tren. Al padrino se le ocurrió que al muchacho le gustaría conocer la ciudad, y al efecto lo invitó a visitarla; pero como él no tenía caballos y no era el caso de ir los dos montados en el caballo del ahijado, decidieron ir a pie.
Tomaron el camino, pero como era día de fuerte viento, había mucho polvo, por lo cual cruzaron el alambrado y echaron a andar por las vías, camino a Mercedes, ante el asombro del muchacho por lo desconocido.
No habían caminado ni un kilómetro cuando vinieron venir un tren que apareció en una cueva cien metros adelante. El padrino tomó al muchacho de un brazo y rápidamente se hicieron a un lado, justo a tiempo para que la locomotora y los 20 coches que arrastraba pasaran entre una nube de polvo.
Tardó un rato el muchacho en recobrarse del susto, y cuando al fin pudo hablar, exclamó:
-¡Qué suerte hemos tenido!
-¿Por qué? -le preguntó el padrino.-
-Y... porque si en lugar de venir de punta, hubiera venido atravesado, ¡no hubiéramos tenido un tiempo de hacernos a un lao!
Los anteojos del zapatero
(Enviado por Miguel Rigo)
El cura de la parroquia fue llamado a decir una misa en una capilla del campo. Allí encontró a unos vecinos reunidos, a quienes informó que su costumbre era cobrar antes de realizar el trabajo, pues le había ocurrido muchas veces que después de decir la misa no le habían pagado.
-Aquí tenemos la costumbre de pagar una vez hecho el trabajo, padre cura -le contestaron.-
-No, no la puedo decir así- replicó el cura- además me he olvidado los anteojos y sin ellos no puedo decir misa, pues soy muy corto de vista.
-Si es por eso, el zapatero le emprestará unos.
Por la cara de los vecinos el cura comprendió que de no decir la misma lo iba a pasar mal, y tuvo que aceptar los anteojos que le prestó el zapatero.
Terminado el oficio le pagaron al cura lo debido y él entonces, contento como unas pascuas, fue a devolverle los anteojos al zapatero.
-¡Muchas gracias, amigo! -le dijo-. Gracias a usted he podido cumplir... Son muy buenos sus anteojos.
-¡Ya lo creo, padre! -contestó el zapatero-. Pero ahora no es nada, ¡cuando tenían vidrios sí que eran guenos!
Se iba a enojar
(Enviado por Nazareno Pesci)
Condolido el bueno de don Pedro paró el coche, y llamando al muchacho le invitó a almorzar en su establecimiento, diciéndole que después de comer tenían tiempo de dar vuelta el carro.
-Si lo sabe mi padre se disgustará -argumenta Perico que no parece muy encantado de la invitación.
Pero el estanciero insiste y al fin logra que lo acompañe a almorzar.
Durante la comida el chico da muestras de encontrarse muy nervioso. Repite que u padre tendrá una rabieta cuando se entere que él ha almorzado en la estancia.
-Pero ¿por qué demonios se va a enojar tu padre, puedes decírmelo? -exclama don Pedro cansado de oír las quejas del muchacho.
-Porque él quedó apretado debajo del carro- contestó Perico.
Refranes criollos
-Como novillo de invernada: pura guampa y cuerpo nada.
-Algún día ha se ser verano… dijo un viejo y se murió en agosto.
-Largo… como agonía de pampa.
-Más claro que lágrima de avestruz.
-Agua no enferma, ni emborracha, ni adeuda.
-Amigo que no presta y cuchillo que no corta, que se pierda, poco importa.
-Ensució el palo como gallo dormido.
En la década del 40 lei un libro llamado "El fogon de las tradiciones", con anecdotas, cuentos, refranes y mucho mas, temas del campo argentino,..pero lo perdí y nunca mas volvi a encontrar ese libro,.alguien puede saber algo???
ResponderEliminarEs, efectivamente el libro que aquì se publica . fue impreso por la editorial Bell, sita en Campichuelo553 de Buenos Aires. Con el objetivco de que estos libros pudieran llegar a la mayor cantidad de gente posible, se dividiò cada serie en dos tomos de 160 pàginas cada uno, lo que permitìa adquirir la obra , con un desembolso mìnimo.
Eliminarme da la impresion que era este el libro, por los temas que vds estan mencionando...
ResponderEliminarme pasa lo mismo, en mi infancia decada del 40 lo leia, tenia tambien adivinanzas sera este ?
ResponderEliminarHola! Vi que están vendiendo 4 tomos de Fogón de las Tradiciones a 1000 pesos en Mercado Libre, cuando cada uno lo venden a 500 o 600 pesos normalmente.
ResponderEliminarEspero que les sea de provecho la información!
https://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-715340573-liquido-fogon-de-las-tradiciones-1953-4-tomos-_JM