Un hueco verde, un hilo cantarín de agua clara
que andrajos argentinos entre la hierba prende
loco: en ellos el sol del monte altivo esplende;
y es como un vallecito que en rayos espumara.
Un soldado reposa, boquiabierto, desnuda
la cabeza, entre berros azules extendido;
muy pálido entre la hierba mojada se ha dormido
y la luz llueve sobre su verde lecho, cruda.
Entre las espaldas tiene los pies. Risueño,
como enfermizo infante, duerme plácido sueño.
¡Naturaleza, mécele con calor! Está helado.
Su nariz el perfume de los campos no aspira.
Con la mano en el pecho duerme al sol. No respira
Tiene dos agujeros rojos en un costado.
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