Durante la conversación , Baker le preguntó si tomaba alcohol, y nuestro marinero le respondió que gustaba frecuentemente, al terminar el trabajo, tomar un trago.
- Eso es malo le dijo Baker-; procura no beber, y si en un año no has tomado una sola copa de licor, vuelve y te prestaré el dinero que necesitas.
Volvió al año nuestro hombre, que era muy honrado y sincero, y le dijo al amigo que se había abstenido por completo de beber y por consiguiente le solicitaba el préstamo.
- Está muy bien dijo Baker-, pero antes quisiera saber una cosa. ¿Juegas?
- Alguna que otra vez para entretenerme. Cuando no tengo nada que hacer, juego con mis compañeros.
- Pues, disculpa, pero prestar dinero al que juega es peligroso. Deja de jugar y vuelve de aquí un año.
Así lo hizo el pobre barquero, y cuando se presentó nuevamente a su amigo, asegurándole que ni jugaba ni bebía más, Baker preguntó:
- Dime, se me ha olvidado de preguntarte una cosa, ¿fumas?
- Sí respondió el marino-; cuando acabo de remar y he desembarcado a mis clientes suelo encender mi pipa.
- Éste es un gasto inútil contestó Baker-. Y la nicotina es un veneno. Abstente de fumar y vuelve dentro de un año.
Pasado el año, el barquero fue a visitar al cajero otra vez.
- Vengo a darte las gracias por tus buenos consejos, y a decirte que ya no necesito el préstamo, pues con los ahorros que he hecho al no beber, fumar ni jugar en tres años, me he comprado el bote y dos chalupas más.
El joven marinero no era otro que el famoso Vanderbilt, célebre multimillonario norteamericano.
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