jueves, 4 de julio de 2013

MATSUO BASHO - HAIKU DE LAS 4 ESTACIONES (SELECCIÓN)

El haiku, como la vida Zen, se centra en lo cotidiano y no excluye nada de su campo. Sucede aquí y ahora, sin considerar el antes o el después, y sus temas son la mayoría de las veces indefinibles.
Matsuo Basho (1644-1694) es considerado como el mayor poeta de haiku jamás nacido. Nació y se educó como samurai. 
La poesía de Basho surge de su amor del contacto con la naturaleza. El mismo decía que sin experimentar el frío y el hambre la verdadera poesía era imposible. Su vida estuvo marcada por la pobreza buscada intencionalmente y por las continuas peregrinaciones a lo largo de todo el Japón.
El haiku de Basho es simple y natural. "Haiku es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento", decía él mismo.
El haiku original escapa de las trampas del lenguaje discursivo y de las categorías. Se instala en la eternidad absoluta del momento presente. Y este absoluto lo incluye todo, incluso el mundo simbólico del lenguaje limitado
El haiku es intuición pura del aquí y ahora. En esto vemos aún la influencia del Zen. El poeta debe abandonar sus actitudes personales. Debe evitar que su "yo" se interponga entre los objetos y la intuición de los mismos. Así, la vanidad del poeta no debe manifestarse, no debe querer componer un poema impulsado por su ambición. En palabras de Basho: 
“Los versos de algunos poetas están excesivamente elaborados y pierden la naturalidad que procede del corazón. Lo que viene del corazón es bueno, la retórica es innecesaria.” "El valor del haiku es corregir la utilización de las palabras ordinarias. No debemos tratar las cosas descuidadamente. “


Tomando prestada mi casa
de los insectos, me dormí.

Mi sombrero, cubierto
con ipomeas.

No lo olvides:
caminamos por el infierno,
contemplando flores.

Bajo los cerezos
no hay extraños.

Cuando me vaya,
guarda bien mi tumba,
Saltamontes.

Fin de año
y todavía con sombrero
de paja y sandalias.

Un viejo estanque,
se zambulle una rana.
Ruido del agua.

Luna de agosto.
Vagué junto al estanque
toda la noche.

Yo soy un hombre
que se toma su arroz
ante el roble

No lo dudes
también la marea tiene flores
bahía primaveral.

Sólo soy un hombre
comiendo su sopa
ante la flor de asagao.

Noche de primavera
en la sombra del templo
un misterioso devoto.

¿Es primavera?
La colina sin nombre
se ha perdido en la bruma.

Más alto que las alondras
descanso en pleno cielo
en la garganta de la montaña.

Silencio
la voz de la cigarra
penetra las rocas.

Del Este o del Oeste
sobre los campos de arroz
el sonido del viento.

Este u Oeste
la misma tristeza
viento de otoño.

Luna llena de otoño
he vagado toda la noche
alrededor del lago.

Choza pobre
los llantos de un perro
bajo la lluvia nocturna.

Nada dice
en el canto de la cigarra
que su fin está cerca

Las ráfagas de invierno
se abisman en los bambúes
y se calman.

La lluvia de invierno cae
sobre el establo
un gallo canta.

Desolación invernal
en un mundo uniforme
el ruido del viento.

Sobre los arrozales
alboroto de ocas salvajes
lluvias frías de invierno.

Brasas bajo la ceniza
sobre el muro
La sombra del invitado.

Casi invierno
a través del chaparrón
la forma de la luna.

Si hablo tengo frío en los labios
viento de otoño.

¿La nieve que cae
es otra este año?

Enfermo durante el viaje
mis sueños
por los páramos yermos.

El árbol quiere la paz
pero el viento
no se la concede.

En la noche sin estrellas
me guía el corazón.

Sentado en el valle
inmensidad más breve
que la tormenta.

La nieve de la cima
piensa que es eterna,
mas sólo es

el sueño del volcán.

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