“Medio dormido te oigo jugar ruidosamente,
sé que hay en el jardín un sol resplandeciente.
Ahora pienso muy triste, ya del todo despierto:
Lo mismo jugarías si yo estuviera muerto.”
al silencio de mi inocencia ya perdida.
He pasado por él. Miro mi vida
entre sábanas amortajada y peregrina.
El bullicio de tu sangre me confunde
y entreviendo un perdido paraíso
me doy cuenta de lo fugaz de mi mirada
y la lenta muerte de los vivos.
El camino donde andamos, hijo mío,
tiene un mismo reír, la misma suerte.
Yo en tus inocentes juegos miro
la forma apresurada de mi muerte.
En un mismo tiempo estamos, y en el sueño
descubrimos juntos la verdad temida:
Mientras juegas tú, del mundo dueño,
dentro de mi corazón se va la vida.
Un mismo abismo ambos tenemos.
Aún no lo sabes. Yo algún día
detendré mi juego en el sepulcro abierto
y tu infancia seguirá jugando todavía.
¡Baila, pues, sobre mi tumba
y que la sombra de la melancolía
se disipe apenas ascienda la mañana
Bajo el hálito generoso de la vida!
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