LOS HERMANOS ENFRENTADOS
Baustista Avellaneda, alumno de la E.E.S. N° 10 de Balcarce –
Hace mucho tiempo atrás una guerra se libraba entre Japón y China. Los caballeros de China iban ganando y aunque sus rivales perdían no se rendían. El líder Hisasi combatía contra el líder chino que era su hermano Hisani. Éste pertenecía al ejército chino porque el pueblo japonés donde había nacido había sido atacado por soldados de China cuando él era un bebé. Sus padres habían muerto y los caballeros enemigos lo raptaron y entregaron al líder chino quien lo crió como a un hijo.
Casi veinte años después de ese episodio se encontraba peleando ferozmente contra su hermano.
La lucha se llevaba a cabo a caballo y a pie. El lugar elegido era un desierto enorme con pequeños montículos de roca desparramados por todos lados que escondían, en algunos sectores, las tiendas de campaña que habían armado cada uno de los ejércitos para atender a los heridos.
El primer día la lucha fue muy sangrienta pero los jefes de cada ejército no habían participado, se miraban de lejos.
Al tercer día, un mensajero llegó a las tiendas de campaña chinas con una carta proveniente del campo enemigo. El contenido de aquella carta dejó perplejo a Hisani quien enseguida quiso hablar con su padre, el antiguo líder de los caballeros. Organizó sus tropas, dejó a su mejor soldado a cargo y cabalgó por una noche y un día hasta que llegó junto a su padre. Una vez reunidos le exigió que le explicara si aquello que decía la carta era verdad o mentira. Su padre, entristecido, confesó que era verdad, Hisani era japonés y era muy probable que fuese hermano del líder del ejército contrario, Hisasi.
Hisani montó su caballo y regresó al campo de batalla, a su antiguo pueblo, a la tierra de su infancia. Una vez allí fue directamente hacia donde se encontraba el líder japonés. Ambos desenfundaron sus espadas y comenzaron una colosal batalla que duró tres días y tres noches. Después de tanto luchar, los líderes estaban exhaustos, apenas podían sostener sus espadas, ambos tenían heridas muy graves, Hisasi había perdido casi la totalidad del brazo derecho y a Hisani le había sucedido lo mismo con el izquierdo. De repente, ambos hermanos bajaron sus espadas, se miraron largamente hasta que se unieron en un abrazo. Ese fue el inicio de un largo tiempo de paz entre ambos pueblos.
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