Un momento inolvidable de mi vida deportiva
Raúl José Guma, alumno de CENS 451 de Balcarce
La práctica del deporte colombófilo, criar y adiestrar palomas mensajeras para carreras, es apasionante a pesar de que cada vez somos menos. No así en China, que ocupa uno de los primeros lugares. Se dice que este deporte se originó en Bélgica. Hay información de que a nuestro país llegaron hace cien años, las primeras mensajeras.
La historia que les voy a contar es verídica, y cada vez que lo hago no puedo evitar que afloren algunas lágrimas y se me cierre la garganta de emotiva alegría.
Sucedió durante el campeonato del año 2003. Hay en la Argentina cerca de mil palomares a lo largo y ancho del país. La provincia de Buenos Aires tiene la gran mayoría. En ese año, en Balcarce, nuestra Sociedad Colombófila contaba con doce palomares. Estábamos finalizando el campeonato, que generalmente comienza en mayo/junio y finaliza en noviembre, quedando como última carrera, la especial, denominada Gran Zapala, organizada por la Federación Colombófila Argentina, donde puede correr todo el país.
La Gran Zapala. En ese año solamente podían participar palomares que estuvieran a más de 950 kilómetros del punto de suelta. Nosotros, en Balcarce, estamos a 1040, medidos en línea recta. Hoy está dividida la carrera en categorías que van hasta 600 Km: de 601 a 900, de 901 a 1200 y más de 1200 Km. Es la carrera más importante de la colombofilia argentina, es un sueño que todo colombófilo quisiera ganar.
Esta carrera que se repite todos los años se empezó a correr en 1998. Las palomas son transportadas en camiones especiales, hasta la ciudad de Zapala –Neuquén-, desde todo el país, llegando a última hora del viernes, para ser soltadas el día sábado a la salida del sol. Luego de proveerles agua y una mínima alimentación, se procede la suelta, que ha llegado a reunir 10.000 palomas.
Se dice que este deporte es un deporte/ciencia, porque el colombófilo apasionado se sumerge en una investigación para lograr conocimientos de varios temas desconocidos para él, hasta el momento. Por ejemplo, al igual que el atleta humano, no todos son iguales. Hay palomas de velocidad y palomas de resistencia. En esta carrera de Zapala, la paloma de velocidad no puede rendir bien en 1040 kilómetros y sí la de resistencia que, aunque algo más lenta, está dotada para volar más horas. Para lograr una paloma que pueda desempeñarse en velocidad o resistencia, hay que trabajar en la genética, carácter, salud, tener registrado las condiciones de sus ancestros, entrenamientos, informarse de las condiciones climáticas, practicar un estímulo motivando el regreso al palomar.
Desde el año 1998 en que se comienza a correr esta carrera especial desde Zapala, siempre soñé con la posibilidad de ganarla. El primer año, la primera paloma que envié tardó cuatro días y, de quince palomas, solamente regresaron diez. Me daba cuenta de que yo no tenía palomas para competir en una carrera tan exigente, o por lo menos no sabía escoger las más indicada.
Al tercer año de la carrera, en 2000, mejoré mucho. Envié diez palomas a la competencia y solamente faltaron dos. Se inició la carrera bien temprano el sábado y me llegaron dos al día siguiente en la mañana y otras dos en la tarde; el resto, en el curso de la semana. No obstante, mi primera paloma obtuvo el puesto 156 entre las 3200 participantes. - El siguiente año -2001- mis palomas me dieron una gran alegría. La suelta se realizó el día sábado 24 de Noviembre, a las 6,05 de la mañana, y a las 19,01 del mismo sábado recibí la primera paloma, - la 018. Piensen que un “animalito” regresa a su casa desde los cuarteles del Ejército en Zapala (Neuquén) con vientos del sudoeste (favorables), atravesando el ancho del país, 1040 kilómetros medidos en línea recta y lo hace en 13 horas a un promedio de 80 km.por hora sin parar (nos damos cuenta si paran a tomar agua porque traen las patitas embarradas). ¡Qué capacidad de orientación! ¡Qué amor a su casa! Logró el puesto 15 entre 4700 palomas liberadas y fue la única en la zona que llegó el mismo día. ¡Qué bueno, pero qué difícil es ganar La Gran Zapala!!.
En el año 2003, vendría mi mayor logro deportivo en colombofilia, motivo de esta historia. Como todos los años, a partir del mes de septiembre, vamos observando en las últimas carreras del campeonato local, o en los vareos diarios sobre el palomar, el comportamiento de nuestras aves. Tanto la disposición para volar, el apetito, la sedosidad de sus plumas, el brillo de sus ojos.
Cumplido el vuelo de entrenamiento diario sobre el palomar – de una hora – observé que cuando hacía sonar el silbato para que bajasen e ingresasen al palomar para comer, una paloma no me hacía caso y seguía volando, seguía desobedeciendo al llamado. Y así por varios días. No podía entender qué le pasaba, y me dije: ¡¡ queres volar, vas a volar!!
Ese fin de semana, 18 de octubre del 2003, se corrió una carrera desde Goya (Corrientes), 965 kilómetros en línea recta hasta Balcarce. La “rebelde” fue’, y me demostró sus excelentes condiciones atléticas para larga distancia. Había volado todas las horas luz del sábado y a las 11,52 horas del domingo arribó al palomar. Las dos compañeras en esta carrera llegaron siete días después. Obtuvo el segundo puesto entre 900 palomas. Por su carácter y condiciones físicas, la bauticé “Marina la 019”. El nombre de Marina se debe a una similitud que veo en el carácter, con mi hija de corazón.
Faltaban días para correr “La Gran Zapala” y se presentaba una gran incógnita con incluir a Marina en el equipo que correría esta carrera. Por eso, mi atención diaria sobre Marina aumentaba. En esa mayor observación de los movimientos pude ver que “simpatizaba”, reja por medio con el macho “374”. Era el llamado de la naturaleza para procrear. Aproveché esa circunstancia, y todos los días después del vuelo diario los ponía juntos en un espacio con nido y cuidaba que nada los molestara. Faltaban quince días para Zapala. Me intrigaba saber si esta situación de amor podía favorecer en el desempeño de” Marina” y hacerla regresar cuanto antes a casa.
El sábado 29 de noviembre de 2003, a las 7 horas de la mañana, con vientos del noroeste a 20 Km, se realizó la suelta en los cuarteles del Ejército de la ciudad de Zapala. Participaron 2800 palomas de palomares que estaban a más de 950 Km. Mi equipo se formaba con 15 palomas, incluidas “Marina” y su compañero, “el 374”. Al finalizar ese mismo día, no había noticias de que alguna paloma que hubiera llegado a su palomar. Seguramente volaron todo el sábado, mientras hubo luz de día, vaya a saber dónde hicieron noche (no vuelan de noche), para reiniciar el viaje a primera hora del domingo.
De pronto, nos llegó la noticia de que, en Azul, a las 9,15 horas, había llegado una paloma. Como Azul está más cerca que Balcarce del punto de suelta, midiendo en línea recta, nos indica que podemos recibir y ganar hasta casi una hora después. Solo podíamos entender que las palomas estaban cerca. Y ENTONCES SUCEDIÓ EL HECHO, MOTIVO DE ESTE CUENTO. A las 9,44 horas de la mañana del domingo 30 de noviembre del 2003, para recibir la mayor alegría de mi vida deportiva, arribó “Marina, la 019” y me otorgó el mayor premio que se puede ganar en la colombofilia argentina. Hoy, a casi veinte años de este premio, en Balcarce no hemos podido ganarlo nuevamente.
Hoy “Marina” vive; el 6 de noviembre del 2021 cumplirá 21 años, su sangre está en el 50% de mis 100 palomas y es la reina del palomar.
¡¡¡GRACIAS MARINA!!!
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