viernes, 19 de noviembre de 2021

Concurso literario narrativo CONTATE UN CUENTO XIV - Cuentos participantes destacados Categoría A

 

Mi Custodia

Cristal Azul Ahumada Pastor, alumna del Instituto Bg. Gral.Martín Rodríguez de Tandil

 

El año 2020 fue un año muy difícil para las familias de la Argentina. A decir verdad, para las del mundo entero. Yo quiero contarles la historia de Cindy, una joven adolescente de 12 años y su perra Custodia.

Su familia y ella vivían en una hermosa ciudad con sierras y un lago muy grande. A ella le encantaba salir a caminar o andar en bici por los paseos de su ciudad. Un día no pudo salir más.No solo se puso triste por no poder volver a estar en esos lugares sino que tampoco podía ver a sus amigos y amigas. Por su salud necesitaba ejercitarse.  Tenía varias metas por cumplir. Algunas algo duras, pero lo intentaba. Era muy importante para ella como para cualquier persona poder salir.

Sus días eran las tareas del Classroom, las charlas por WhatsApp con alguna maestra, nada de Zoom porque no le funcionaba, cantar, tocar la guitarra y bailar frente a la tele con videos de YouTube o Tiktok. A veces hacía video llamadas para jugar al Among us u otros juegos en el celu. Pero lo más importante era compartir su día con Custodia.

Custodia era su perra, su amiga. ¡Todoooo! Crecieron juntas. Era solo tres meses mayor. Así que desde siempre una respiraba al lado de la otra. La rutina que tenían era comer una al lado de la otra, salir a la plaza y antes de dormir mimosearse hasta que una de las dos se durmiera primero. Custodia sabía todo sobre ella y viceversa. Siempre la esperaba para salir, pero un día, tampoco eso pudieron hacer.

Custodia que siempre estaba bien se enfermó y por mucho que los veterinarios se preocuparon a la semana falleció. Cindy no podía dejar de llorar y sentía la necesidad de llamar a todo el mundo para contarle. Por primera vez Cindy no quería comer ni mirar su teléfono. Solo quería dormir. Como si el tiempo se parara. Custodia se había tomado el tiempo para despedirse. La miró intensamente a los ojos y cuando las miradas penetraron ella supo. Miró al cielo...como diciendo ya voy y buscó un lugar alejado de los ojos de su amada Cindy. Y así se fue.

 Cindy  enfermó por su gran tristeza. A los pocos días cuando su papá llegó de su trabajo le dio una gran sorpresa. En sus manos traía una cajita con un escrito que decía “Cuidame   mucho”. Cuando abrió la caja ¡no podía creer lo que veía! Había una cachorrita peluda como un osito, igual de hermosa que Custodia.

-Custodia... –dijo - ¡Mi Custu! Por horas la apretó. La miraba, acariciaba y lloraba de felicidad. Le dio de comer y al día siguiente junto a su mamá y su papá la llevaron al veterinario.

-¿Cómo se llama?- dijo el veterinario mientras anotaba los datos en su libreta.

- Custodia Segunda – respondió ella bien fuerte.

- Está muy sanita y ya tiene parte de las vacunas que necesita, dijo el veterinario mientras seguía anotando la fecha de la próxima visita. Después de varios consejos volvieron a casa. Todo iba bien en la casa de Cindy. Hasta tenía fecha para entrenamiento de perros al aire libre como estaba permitido en ese momento. Custodia crecía y las travesuras iban creciendo también. Las tristezas se habían pasado hasta que algo inesperado sucedió. Otra mala noticia. La abuela paterna de Cindy había fallecido.

Como vivía en el sur y en tiempos de pandemia... no pudo viajar la familia a despedirla. Todo fue más triste para la familia, en especial para el papá de Cindy que por falta de dinero no había podido viajar para visitarla cuando se podía viajar.

Y ahí estaba Custodia, como un ángel dando alegría solo con verla. Aunque era terrible con su necesidad de morder. Un día solo por aburrida, porque todos estaban tan mal por lo de la abuela, se masticó su cucha y cortó los cables de la camioneta del papá de Cindy.

Como hacía calor y la ansiedad crecía, Cindy le pidió a su mamá permiso para sacar a pasear a Custu y de pasada tomaría un helado. Después de un lindo paseo, era la hora del helado. Cuando llegó a la heladería y estaba por atarla en un poste, se soltó y corriendo como loquita entró  y se chocó con el balde de residuos que estaba repleto de mugre y todo el contenido se le cayó en la cabeza quedando toda pegoteada de helado y servilletas.

La señora de la heladería al ver semejante espectáculo las quiso echar, pero de repente apareció un señor encapuchado con una mochila negra que venía a robar todo el dinero del día.

- Dame todo el dinero – exigió de mal modo el hombre encapuchado.

La señora y Cindy se asustaron tanto que no se podían mover del piso. Parecían pegadas con el mejor pegamento. Mientras tanto Custodia, toda sucia, al ver una pelotita en la mochila del hombre...tomó distancia, corrió y se tiró encima de este dejándolo como muerto en el piso. La señora del local al ver esto, aprovechó para llamar a la policía. El comisario le dijo que iría lo más rápido posible.

El encapuchado, tirado en el piso con Custodia encima tratando de quitarle la pelotita , quiso empujarla, pero en vez de eso, la hizo enojar y Custodia llena de ira, le mordió una oreja. El hombre gritó con todas sus fuerzas. Y cuando pudo librarse de Custodia salió corriendo. Para su mala suerte la policía había llegado y lo pudieron atrapar.

La noticia salió en todos los diarios de la ciudad. La policía revisó las cámaras de seguridad del local y vieron lo que había sucedido. El intendente de la ciudad, al leer la nota que decía “El súper perro que detuvo a un ladrón” se asombró tanto que decidió otorgarle una medalla. El intendente y la policía se contactaron con Cindy para saber si Custodia podría formar parte del cuerpo policial. Su dueña dijo sí con orgullo.

Y así, fue como se convirtió en una verdadera custodia.

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