Un Hombre, dos identidades
Roberto Zabala, alumno del CENS 451 de Balcarce
En una pequeña ciudad rodeada de sierras donde la agricultura es su mayor fuente de ingresos, a pocos km. de una ciudad balnearia es donde ocurrieron los hechos que relato a continuación…
Renato era un hombre de ojos color miel, tez morena, morocho y de un andar elegante, vivía con su esposa Sara y su única hija Josefina de apenas tres años de edad. Se dedicaba a hacer trámites de una ciudad a otra en su pequeño automóvil, un Fiat 128, al cual cuidaba inmejorablemente, ya que todos los días salía a las 7 de la mañana y regresaba al anochecer, menos los sábados y domingos. Cada día recorría más de 130 kilómetros para hacer su trabajo y volver a su hogar para descansar y disfrutar con su esposa y su pequeña hija.
Todo transcurría normalmente hasta que un anochecer del 21 de setiembre de 1964 no volvió a su casa y fue ahí cuando Sara comenzó a preocuparse. Inmediatamente trató de averiguar qué podría haberle sucedido, pero como estaba anocheciendo y tenía que cuidar a Josefina le pidió a su hermano Juan que la ayudara. Este, extrañado por la situación, de inmediato comenzó la búsqueda y fue así que en la vecina ciudad encontró el auto de Renato estacionado frente a un banco con papeles en su interior, las puertas abiertas, las luces encendidas y la billetera con los documentos. Fue ahí donde comprendió que las cosas no estaban bien y su mente trataba de explicarse qué le podría haber sucedido. Buscó y buscó en los alrededores y luego de tratar de ubicarlo sin obtener resultado decidió volver y hacer la denuncia correspondiente en la policía, debían pasar 48 horas para que dieran la alerta de paradero. Y fue recién a la mañana siguiente cuando salieron en su búsqueda, cosa que nunca lograron, era como si se lo hubiese tragado la tierra.
Mientras todos lo buscaban, Renato se encontraba caminando muy lejos desde donde había dejado estacionado su auto. Preocupado y sin acordarse qué hacía allí, ni cuál era su nombre, en verdad no recordaba nada, nada. Se sentía cansado y hambriento. Sin plata, empezó a buscar algún trabajo que le permitiera poder comer algo y para ello se acercó a una estación de servicio en donde le preguntó al playero: “¿no sabe de alguna changuita para hacer?
- No, la verdad que no, pero puede preguntarle a Ignacio, el camionero que está cargando agua para el mate allí a la vuelta – respondió
Renato fue hacia él y se presentó: “buenas noches don, el playero me dijo que a lo mejor Ud. puede tener alguna changuita para hacer?
- Sí - afirmó Ignacio al instante- pero no por acá ,es en el Chaco adonde me dirijo, ahí está mi hermano que necesita gente para talar árboles ,si se anima venga conmigo que lo llevo, de paso tomamos unos mates con tortas.
Así fue como Renato llegó al Chaco, allí lo esperaba Román, un hombre de un gran porte y de voz grave, quien le daría trabajo, no sin antes preguntarle : “cómo se llama amigo” Renato al no acordarse de su nombre decidió inventarse uno y fue ahí cuando respondió: “me dicen Cacho”
- Dígame, ¿tiene familia? – averiguó
- No, no tengo a nadie, no sé de dónde soy, ni a donde voy, tampoco sé mi edad – respondió Renato como aludiendo a aquella canción de Cabral ….”No soy de aquí ,ni soy de allá ,no tengo edad, ni porvenir…”
- Bueno, entonces venga conmigo que lo llevaré a trabajar
Así fue como conoció aquel bosque chaqueño, en el cual se podían observar árboles gigantes y en su follaje habitaban diversas especies de aves. Un rio atravesaba el mismo, allí se podían ver gran variedad de animales que en su conjunto formaban un hermoso paisaje a la vista ,pero lo hermoso solo terminaría ahí ,ya que Cacho sería maltratado por su nuevo patrón y tendría que encargarse de talar árboles trabajando de sol a sol solo por la comida y un lugar para dormir : en una vieja cabaña abandonada perdida en la inmensidad del bosque ,que él mismo tendría que acondicionarla para ello
Ahí estuvo unos largos 14 meses, sin tener contacto con nadie a excepción de los camioneros que iban, cargaban leña y se retiraban. Un día llegó la oportunidad de escapar de ese calvario, pudo salir de allí. Se ocultó entre la carga de leños que llevaba un camión y así fue como llegó a Uruguay en donde rápidamente encontró trabajo de limpia copas en el bar de un hotel, a donde de vez en cuando llegaban famosos personajes.
Renato entabló rápida amistad con Pedro, el barman del lugar. Este le enseñó el oficio durante dos años en los tiempos libres., pues le vio grandes condiciones, sabía que si se esmeraba podría llegar muy lejos y así fue como se transformó en un excelente barman y Pedro lo convirtió en su ayudante.
Una mañana Pedro como todos los días leyó en el diario una publicidad sobre un torneo en E.E.U.U de barman, en donde el premio mayor era 500000 dólares. Fue ahí cuando sabiendo de las condiciones de su compañero y amigo y sin consultarle nada decidió anotarlo como Cacho, el barman uruguayo,
De esta forma comenzaría una nueva aventura para Pedro y Cacho o Renato. Ambos participaron en el concurso que logró ganar Renato. De esta forma se hizo acreedor de tan importante premio, que lo llevó a estar en los medios de comunicación, en donde le hicieron innumerables notas, difundiendo su imagen por televisión y revistas por todo el mundo. los titulares decían “Cacho, el rey barman, obtiene importante premio en EE. UU”
Las noticias llegaron a oídos de Sara. gracias a ello su esposa lo reconoció y decidió ir a buscarlo junto con su hija Josefina, quien ya había cumplido seis años.
Cacho como todos lo conocían se había transformado en una importante personalidad en Uruguay, al que pocos podían acceder y esto complicaba a Sara y su hija, pero no se rendirían fácilmente así que decidieron quedarse en el país vecino hasta que se le presentara una oportunidad, la cual ocurrió al siguiente día cuando Pedro y Cacho salieron a comprar bebidas para preparar sus famosos tragos. Fue ahí cuando se acercaron Sara y Josefina al grito de “Renato, Renato”, “papá, papá”. Este se sorprendió al ver a esa dos mujeres desesperadas tratando de poder acercarse, cosa que solo lograron hacer por un breve instante, en el cual la pequeña logró darle una cadenita con una medalla, la cual Cacho le había comprado al nacer, se la entregó envuelta en una hoja de papel donde figuraba un número telefónico, que el barman famoso guardó en su bolsillo por cortesía. Luego se disculpó ante estas dos mujeres por no recordarlas y siguió su camino. Sara y Josefina se llevaron tal decepción que decidieron volver a su hogar apesadumbradas y tristes.
En su casa Cacho sacó aquella medallita que Josefina le había entregado. Su mente se confundía al observarla. Decidió contarle a su gran amigo Pedro
- ¿Pedro te acuerdas de esa mujer y la niña que vimos al salir?
- Sí , te noté inquieto por la situación
Hay una parte de mi vida de la que nada recuerdo - diciendo esto le mostró el papel con la medalla que la niña le había dejado y fue entonces cuando Pedro le dijo :“mira Cacho uno debe saber de dónde viene y hacia dónde va en la vida, creo que deberías tratar de ubicarlas y hablar, pues ellas deben tener las respuestas que necesitas”
Cacho tomó el trozo de papel que la niña le había dejado y llamó al teléfono que figuraba en él.
- ¡Hola, si, ¿quién es? – respondió Sara
- Hola, soy Cacho y tengo muchas preguntas en mi vida y creo que usted y su pequeña niña podrían ayudarme, si me da su dirección podría viajar hasta allí
- Al fin,- expresó emocionada Sara- estuve esperando este momento unos cuantos años, anote que le paso la dirección: Buenos Aires, ciudad de Balcarce, calle Sorondo al 836
Cuando Cacho escuchó la dirección la película de su vida comenzó a rodar nuevamente, pero esta vez tenía un comienzo…
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