viernes, 19 de noviembre de 2021

Concurso literario narrativo CONTATE UN CUENTO XIV - Cuentos participantes destacados Categoría C

 

El sueño de Erina

Victor Ariel del Orbe Valdés, de México

 

Hemos viajado por casi tres horas, nuestro destino es un pueblo pesquero llamado Alpa. Dicen mis padres que es muy bonito, que hay una linda casa en una linda playa, lo único malo es que no hay internet, al parecer es un pueblo muy pequeño y olvidado, donde las maravillas del internet se han tardado en llegar. Sin embargo, creo que será interesante vivir un fin de semana sin redes sociales, sin teléfonos, sólo mi familia, la playa y yo. Además, no me puedo quejar del viaje, he visto paisajes muy lindos y la furgoneta en la que viajamos es realmente cómoda. Puedo ver cómo mi hermano Nicolás se divierte contando los carros rojos que pasan por la carretera, me gusta corregirlo, siempre pierde la cuenta cuando llega al carro número 49. Solamente tiene 6 años, no sabe contar más allá de ese número, cada vez que llega al número 49 comienza de nuevo su cuenta, 1,2,3... y yo le digo: “No, tienes que aprender a contar, después del 49 va el 50,51,52...” el sólo contesta: “está bien hermano, cuando llegue al 49 seguiré con 50”. Me gusta estar con Nicolás, él siempre me hace reír y aunque a veces sea molesto, él tiene un buen corazón, siempre está ahí para mí, para darme amor y jugar. Por otro lado, mis padres son personas que nos dejan ser libres, a veces podrán ser estrictos, pero siempre nos han dejado pensar y hacer lo que nos haga felices.

 A mi padre siempre le encanta poner su música cuando vamos de viaje, me agrada que siempre ponga las mismas 30 canciones durante todo el recorrido. Por otra parte, mi madre es tranquila, le gusta observar los paisajes como a mí, la única diferencia es que ella, usualmente, duerme durante los viajes de carretera, yo nunca lo hago.

Al llegar a Alpa me sorprendí, ¡realmente era un lugar muy bonito! Los árboles y el pasto eran de un tono verde muy vivo; las casas parecían ser todas iguales, blancas con detalles y tejados rojos y muy cerca del pueblo: ¡la playa! El mar espectacular; arena color miel y tan suave al pisarla. El mar color azul fuerte, la espuma que se acercaba a la arena era esponjosa. Al ver el lugar, quedé maravillado y la casa no me decepcionó, era parecida a las que había en el pueblo. La madera predominaba en su interior y las puertas eran enormes y de cristal para tener vista panorámica hacia el mar durante las 24 horas del día.

Había dos cuartos y un inconveniente, es que sólo había una cama por cuarto, como yo no quería dormir en la misma cama con Nicolas, decidí hacer del sillón que estaba cerca de esas hermosas puertas corredizas con vista a la playa, mi cama.

La noche cayó y al ser un pueblo donde la contaminación de luz no existía, el cielo impresionantemente estrellado se podía admirar sin problema. Sin embargo, yo estaba muy cansado por el largo viaje que hicimos, así que sólo dormí después de haber turisteado por el pueblo. La noche pasaba y el viento soplaba suavemente, el mar aventaba olas con una delicadeza extrema, el escenario era realmente reconfortante, hasta que empecé a escuchar unos cantos encantadores. Al principio no le tomé importancia, puesto que estaba más dormido que despierto, pero, mi paz terminó cuando me pregunté “¿Quién cantará tan lindo en la noche?” Después de eso, me desperté, miré el reloj y me pregunté en voz baja “¿Quién estará cantando en la playa a las 2 de la mañana?”

Sería buena idea salir a averiguarlo, puesto que me aterraba la imagen de encontrar algo que no tuviera explicación, pero mi curiosidad por saber quién era la persona con esa bella voz superaba mi miedo. Así que salí de la casa cuidadosamente, a unos 100 metros estaba ella: Era una niña muy bella, su cabello era corto y negro, delgada y de tez blanca; a unos 5 metros de donde ella estaba, le dije: ¡Hola!, enseguida se volteó y mi miedo desapareció poco a poco, pero mi cuerpo entró en shock, puesto a que era una niña muy hermosa, sus ojos azules, su nariz perfecta para su rostro, era muy bonita y su voz más encantadora. Ella me observó y me dijo tranquilamente: “No te asustes, no soy un fantasma, me gusta venir en las noches y ver el mar” Mi mente reaccionó y le pregunté por la razón de su canto, su respuesta me hizo sentir algo tonto, me dijo que le gustaba cantar. No supe qué decir, así que afirmé que me llamaba Sebastián y que ella tenía una linda voz. Se sonrojó y me contestó que se llamaba Erina. Preguntó si me gustaría caminar con ella por la orilla del mar.

Hablamos por unas horas, le conté que era un turista que se alojaba en una casa de playa, le conté acerca de la ciudad en la que vivía y como era vivir en una sociedad con internet: Erina estaba sorprendida, sabía que era la internet pero realmente, nunca había interactuado con las redes sociales. Decía que a ella le gustaría vivir en la ciudad algún día, quería ser una cantante famosa. En ese momento, se me salió algo un poco bobo, le dije; “Bueno, si te sirve, creo que ya tienes al fan número uno”. Ella se carcajeó y me lanzó una mirada tan linda y tierna que me estremeció, luego me preguntó: “¿bailas?” En automático, respondí: “Sí, pero te advierto que tengo dos pies izquierdos”. Ella se rio y dijo: “entonces relájate, yo te guiaré”. Bailamos por unos minutos, aunque yo sentí que lo hicimos por horas, mi corazón latía muy rápido y fuerte, sentía mucho calor.

Ella lo notó y me dijo: “cierra los ojos”, los cerré y solo sentí un beso en la boca. El beso que nunca olvidaré. Después, no pude abrir los ojos, era mucho por procesar. Cuando pude hacerlo, ella ya no estaba. Había desaparecido como una sirena en el mar. Me metí a la casa y me acosté, pensando en todo lo que había vivido. El amanecer se acercaba y cerré los ojos. Al despertar, vi a Nicolás, él me notó más feliz de lo normal y me preguntó si todo estaba bien.Respondí afirmativamente y le narré mi experiencia con la chica linda: Erina, la niña que cantaba hermoso y que de seguro le caería muy bien. Nicolás estaba muy emocionado, fue a contar todo a mis papás, yo estaba apenado, pero ellos se rieron y dijeron: “¡Qué bueno que ya te llegó tu amor de verano!” Al escuchar esas palabras me sentí muy avergonzado pero feliz de haber conocido a Erina, entonces decidí buscarla y hablar con ella de nuevo. Quería estar seguro de que Erina no hubiera sido un lindo sueño, así que, le dije a Nicolás que saldría en la noche a verla, que lo despertaría y así al día siguiente, estaría seguro de que no había sido un sueño lo que viví. Él accedió, pero me dijo que quería conocerla, le contesté que estaba bien, pero que después de conocerla tenía que irse para dejarme solo con ella, él entendió y pactamos el programa de esa gran noche.

El día transcurría y lo único en lo que pesaba era en la noche, quería que ya fuera de noche, solo tenía dos días para ver a Erina, quería aprovechar el tiempo que me quedaba para estar con ella.

La noche llegó y esperé a que dieran la 1:50 am para despertar a Nico e ir  al reencuentro. Ambos salimos y esperamos, pasó media hora y Nico se puso a contar los cangrejos rojos que encontraba sobre la arena. Dieron las 2:30 y nosotros caminábamos por la orilla. Mi hermanito ya estaba cansado, de hecho ya había contado más de 60 animalitos. De repente, dijo: “Sebas, creo que Erina no existe ¿Y si solo estabas soñando?”. Yo también comenzaba a dudar, pero mi deseo por ver a Erina era muy grande así que lo mandé a la casa, le dije que me dejara solo, Nico no quiso, no quería dejarme solo, tenía miedo de que me pasara algo, él insistía en que volviéramos, ninguno quería ceder a sus deseos, así que empezamos a discutir, yo le dije que me dejará en paz, que se fuera a la casa, que yo volvería más tarde. Muy enojado y refunfuñando, se fue, solamente exclamó: “Deja ya de pensar en Erina, ella solo fue un sueño”.

Caminé por horas, dije su nombre un par de veces, pero al final lo único que vi fue a un hombre admirando el horizonte. Era un señor de tez morena, con una barba blanca, su aspecto era descuidado. Jamás olvidaré lo que me dijo. Me acerqué y le pregunté que si había visto a Erina, una niña de ojos azules, cabello negro, piel blanca. Volteó a verme y comenzó a reír, exclamó: “Muchacho en Alpa no hay ninguna chica con esas características, he vivido aquí por más de 20 años y nunca he visto a una niña así”. Me senté y dije: “¡Vaya, entonces al final sí fue un sueño, qué sueño tan lindo tuve, era una chica muy bella ¡”. El señor vio mi cara de decepción y me preguntó qué pasaba, intenté quitar esa cara y solo le contesté: “Nada, sólo que hace un día creí haber tenido un cita maravillosa con la persona que le describí y me siento algo tonto, porque fue un sueño, un sueño que desearía que fuera real”. Su respuesta me hizo sentir algo avergonzado, se rio de mí: “Niño, a veces las personas nos cegamos y luchamos por algo que es imposible de conseguir, eres muy joven, no te mortifiques, fue un sueño, los sueños son algo muy bonito, algo que nos impulsa a hacer grandes cosas, pero también son fugaces, muchas veces aprendes más de un sueño que de la realidad. Lo más importante de los sueños es que son eso, sueños, no le des más importancia a un sueño que a tu realidad. Muchacho, ve a dormir, te ves cansado, las 5 de la mañana no es la mejor hora para que alguien como tú esté por aquí”.

Emprendí marcha hacia la casa, recapacité y volví para preguntar al hombre su nombre y oficio. Me contestó que era un viejo al que le gusta levantarse a ver el amanecer. Eso fue lo último que escuché. Instante seguido desperté y me di cuenta de que solo había sido un sueño, sacudí la cabeza y murmuré: “Nunca es mucho tiempo para decir que no duermo durante los viajes en carretera”.

Enseguida vi a Nicolás y sentí alivio al ver que estaba contando 60 carros rojos.

Al final, los sueños son fugaces, pero nunca olvidaré el sueño de Erina, amé, reí, bailé, me enojé, me sentí triste; pero, aprendí y maduré.

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