lunes, 24 de junio de 2013

POESÍA Y ANTIPOESÍA INFANTIL

Este trabajo, que en realidad no es nuestro; apareció en un libro destinado a los docentes de las escuelas, cuyo destino general y común es para que no lo lea nadie como ocurre con casi la totalidad de los libros o publicaciones que vienen del gobierno.
Pero a pesar de todo, este librito es un hallazgo, se titula “Educación para la Reconstrucción” y fue impreso por el Ministerio de Cultura y Educación, creemos que aproximadamente por el año 1974, y está dirigido al área de Lengua.
Desgraciadamente, no podemos ubicar al autor de tan interesantes pensamientos, pero al menos, compartir algunas reflexiones y poesías que en éste hay, convencidos de que es un verdadero hallazgo entre tanta pavada circulante.

La antipoesía infantil

Pocos objetos culturales han servido para representar la escuela en forma tan clara como el libro de lectura y la recitación.
El primero ha servido asimismo como cristalización de un modelo de maestro y alumno: el memorístico, el “exhibidor”, el escolar por antonomasia, modelos que, desafortunadamente, no han desaparecido.
Las antologías de poemas “para niños” han conservado mucho del material utilizado en las escuelas ya sea en la clases, ya sea en actos escolares. Es conveniente revisar esas antologías y seleccionar. Se puede encontrar uno con versos auténticos, con versos de circunstancia, con versos discretos, con versos detestables.
Leer alguno de esos “poemas” que el comercio ofrece desde hace décadas a la inocencia de padres deseosos de colaborar en la formación artística de sus hijos, y al oficio de los docentes que intuyen el valor de la poesía en la actividad educativa, resulta a veces apasionante. Citemos por ejemplo:

..”Y en brazos de la abuela viejecita,
devorado por las fiebres delirantes,
moría en una tarde desolada
llevando en las pupilas reflejada,
la visión de los blancos elefantes”  

Fragmento de “El cuento de la abuela” de O. Fernandez Ríos

Imaginemos el agradable efecto que producirá en un niño de 6 años. Efecto comparable al de este poema de A. Bórquez Solar “Huérfanos” que dice, refiriéndose a unos pichones:

…”Correrán los mundos
como vagabundos
en medio a los hombres malvados y hostiles…
Tan sólo, Dios mío, que tú los vigiles!

La alegría, el optimismo, o el amor al hombre que trasuntan estos versos no son precisamente el ideal de la infancia…
En otros casos no se trata de visiones crueles o acongojantes, sino de un simple error de apreciación que consiste en calificar de “infantil” todo poema que hable de la infancia, veamos este ejemplo de “Pasa un organito” de E. Bértola.

“Cómo nos habla de cosas 
que creímos olvidadas!
Cosas de la infancia muerta,
vagas, borrosas y pálidas”

Sigue a estos versos una lacrimosa evocación de los quince años pueblerinos que culmina con lágrimas furtivamente secadas. Es evidente que para el niño carece de significado. Presenta situaciones no vividas por él; por lo tanto no pertenece a su realidad que ni siquiera puede imaginar.
A veces el problema no afecta al lenguaje poético, sino a la propia lengua castellana. Resulta previsible  el desconcierto de cualquiera de nuestros alumnos ante:

“De la música tiene la armonía, 
de la irascible tempestad, el grito,
del mar el eco y el fulgor del día,
la hermosa consistencia del granito,
de los claustros la sacra poesía,
y la vasta amplitud del infinito”

Todo ello dicho de “Nuestro idioma” por B. Byrne. Que lejano parece todo esto de despertar la admiración por un idioma que más que monumental y excelso, debe ser para el alumno familiar, útil, cotidiano.
Estas concepciones estatutarias se hacen más comunes cuando se aborda el tema del trabajo:

…”El cerebro de los niños,
es un duro pedernal
y el martillo es el trabajo;
¡niños, pues, a trabajar!”

“El trabajo” de T. Palacios

“Ya que por ti lucharon con exceso,
emprende la gloria de la jornada:
¡Huye de la ociosidad que te anonada!
¡Acógete al trabajo y al progreso!

“A un joven ocioso” de Torres Quintero

“Y si del pedernal que es infecundo
saca el golpe la luz, ¿no alcanzaremos
con esfuerzos constantes y supremos
la prometida redención del mundo?
Todo trabajo es oración. Oremos”

“Trabajar es orar” de Nuñez de Arce

Cerebros martillados, jornadas de gloria, pedernales, redención del mundo, sublime constancia: figuras que conforman una falsa imagen del trabajo. La realidad es otra. En el plano social los hallazgos no serían menores: la miseria, el conformismo ante la injusticia, el elogio de la humildad (cuando no del servilismo):

“Pobres de pobres, van ateridos,
almas sin lares, aves sin nidos.
Pasan en bandos, en amasijos
por las calles y los cortijos.
¡Los hay de vago mirar cruento,
dolientes ciegos de nacimiento!
Los hay de heridas agujereadas
rojas de lirios y gangrenadas.
Los hay siniestros de anchos bordones,
¡Dios sólo sabe si son ladrones!”
“Los pordioseros” de Guerra Junqueiro. 
“Si eres pobre confórmate y sé bueno;
si eres rico protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado”

“Mi padre” de J de Dios Peza

Algunas veces, el enciclopedismo adopta formas risibles o tediosas como los casi 80 versos de Melitón González…. Este recurso emplea también I. Pararraguez en “Concierto” que remata así:

“Chillan monos y chicharras
la abeja zumba al volar
y este es ¡oh niño! el concierto
que forma el reino animal!”

Si después de esto sus niños han realmente disfrutado, siga adelante sin temor, está ante un fenómeno cultural. Pero si ocurre lo contrario, alégrese, sus niños están a salvo. Busque para ellos verdadera poesía. Y disfrútela usted también.
Poesías para los más pequeños, incluidas en esta publicación:

Cuando llega el viento viento

Cuando llega
el viento
Viento,
todas las hojitas
bailan
de contento,
y algunas
se hamacan
y vienen
y van,
y suben
y bajan
por el tobogán.

Cuando
el viento
viento,
viento,
se va,
cada hojita
verde
vuelve
con su mamá.

María H. Lacau


Ahora que estamos despacio

Ahora que estamos despacio
vamos a contar mentiras,
por el mar corren las liebres
por el monte las sardinas.
Yo salí de campamento
con hambre de tres semanas,
me encontré con un ciruelo
cargadito de manzanas,
empecé a tirarle piedras
y caían avellanas.
Con el ruido de las nueces
salió el amo del peral:
- ¡Niños, no tiréis más piedras
que no es mío el melonar,
que es de una pobre señora
que me lo mandó cuidar!

Anónimo. Seleccionado de Poesía Tradicional Argentina
 De L. Demitrópulos.


Invierno

El invierno tiene
color de cuento
y de ventana cerrada,
que no entre el viento.

Además tiene el sabor
de frazada calentita
en las manos de mamá
arropando, abrigaditas.

El árbol se mueve triste
las hojas dicen: Adiós,
nos vamos volando lejos
con nuestro traje marrón.

El sol calienta apenitas,
¿dónde se guarda el calor,
en un bolsillo de nubes
o es que el viento lo borró?

Cuando el invierno se va
nos entrega de regalo
una primavera nueva
y después…verano.

Clara Bitman


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