antes que saliera el sol.
Rojas tenías las manos
y blanco tu corazón.
Por la mañana, he talado
por mi rey y mi señor.
Soldados me dieron fuerza
y fuerza me dio el temor.
Regresé al mediodía,
- de otro hombre era deudor-
Sangre tenía mi espalda,
y sangre el hacha dejó.
Pero ahora vengo al bosque,
a cantar en alta voz.
Mis manos las traigo blancas
y alegre mi corazón.
Leñador que al bosque vienes,
el sol aún no se apagó.
Si a talar vas para el pueblo
yo también contigo voy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario