miércoles, 19 de octubre de 2022

CONCURSO LITERARIO NARRATIVO “CONTATE UN CUENTO XV” Declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación res 1275/se

 

Participante destacado por el jurado categoría C – jóvenes de 16,17 y 18 años

“Ilusión” 

de Braian Canal alumno de la E.E.S. N°1 de San Cayetano 

 

Era un tipo muy refinado que, por temas de negocio y golpes de la vida, se había convertido en un hombre totalmente gélido. Entre viajes y conferencias la soledad brotaba de las paredes de una sala, un sentimiento que se acumulaba en la suma de las diferentes habitaciones. 

Hacía tiempo tenía planeado este viaje. Incluso estuvo planteándose si la posibilidad de tener una compañera que lo acompañase era factible, no obstante al estar tan acostumbrado a estar solo le era dificultoso dedicarle espacio a otra persona. Pensar en esto también era absurdo debido a su frialdad.

Esa mañana, después de varias reuniones y de ocultar su dolor bajo su corbata y su traje gris, una luz iluminó su mirada. Quizá no fuera la indicada pero sus movimientos al caminar lo llevaron a enceguecerse y a impulsar a ese corazón duro a sentir. Fueron cautivantes los gestos de esta señorita que se encontraba en un escritorio de los lugares que él visitaba a diario para hacer sus conferencias.

Pasados los días, entre miradas serias y conversaciones formales, la relación con la muchacha se convertía de forma paulatina en algo más. Una a una las miradas dejaron de ser serias y fueron informatizando sus conversaciones.

Después de tanto tiempo reteniendo su alma rebalsada de sentimiento decidió expresar, aunque era extraño, lo que provocaba ella en su interior. Cuando estaba llegando al lugar el nerviosismo aumentaba y con ello también el temor al rechazo. Al llegar, entre labios, balbuceaba lo que tenía planeado decirle. Una vez frente a ella su conversación comenzó como una de tantas hasta que se llenó de coraje y con algo de vergüenza le expresó en pocas palabras lo que por ser frío tanto le costaba y la invitó a cenar a un restaurante cercano a la habitación donde se hospedaba. Sonrojándose, ella dudó un poco, pero finalmente aceptó la propuesta. Ambos acordaron que al terminar su jornada irían juntos al restaurante. La ansiedad por terminar el día de trabajo lo hacía sentir irreconocible.

Llegada la hora se reunieron a la salida del lugar y pidieron un taxi. Una vez dentro eligieron la mesa que se hallaba  al lado de la ventana y ambos pidieron de comer. Entre charlas él observó que en el vidrio su reflejo se difuminaba de a momentos, pero concentrado como estaba en la conversación lo pasó por alto. Charlas extensas y carcajadas absurdas decoraron la noche de invierno y, como pasó el viento, también pasó el tiempo. 

Terminaron de cenar y dejaron el restaurante para tomar un taxi hacia el hotel. Una vez en el pasillo, camino a la habitación, él se percató de una sensación extraña: un frío que nacía en su mano y recorría ligeramente todo su cuerpo llegándole a helar el corazón, que ahora dolía. Otra vez pasó por alto esta extrañeza y dio paso a sus ansias de amor. Envuelto entre sábanas de pasión lo interrumpió un sonido extraño. Perdido en un laberinto de sensaciones se paró para fijarse de dónde provenía ese ruido. Venía del celular. Era la alarma que había puesto para despertar. Pero al momento de desactivarla su mano no le respondió pues estaba helada y una sensación le acortaba el aire. Se dio vuelta y se dio cuenta que en los pies de su cama el traje gris lo esperaba y la habitación seguía tan desolada como su alma. 

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