Mención de honor categoría C – jóvenes de 16,17 y 18 años
“Del otro lado del hilo rojo”
de Alma Martins alumna de la E.E.S. N°3 “Carmelo Sánchez”
Capítulo 1 Mar
¿Han escuchado hablar del hilo rojo? Ese que tiene una leyenda detrás, que dice que las almas gemelas están unidas por un hilo rojo invisible, que puede estirarse, enredarse y perderse, pero nunca romperse. Bueno, yo soy fiel creyente de que existe y también de que ya conocí a mi hilo rojo y ahora podría decirse que estamos en la parte de que el hilo rojo se perdió y todavía no vuelve a encontrarse en el camino.
Lucas. Era risas, abrazos y seguridad. Él era parte de mi vida, me hacía tan feliz verlo y correr a abrazarlo. Me acuerdo como los primeros meses me veía y me levantaba del piso con un abrazo, me giraba mientras que me daba besos. Sí como en una película, ya lo sé. Pero a mí me gustaba vivir como si estuviera en una película. Me gustaba cómo me miraba y cómo me abrazaba. Él era para mí, mi todo. Esa persona que te cuida tanto que cuando te dormís en el sillón te lleva en brazos hasta la cama, bueno... así era Lucas.
¿Por qué hablo de él en pasado? Porque se fue, decidió tomar otro camino sin que esté en su vida, pero siempre nos dijimos que éramos nuestro hilo rojo. Él se fue y no volví a cruzarlo nunca más. Supe que tuvo una a dos novias más pero más que eso nada. ¿Ustedes se preguntarán porque les estoy hablando de él si hace 5 años no lo veo? Bueno, la respuesta no la sé con certeza, pero creo que fue porque ayer lo vi, me lo crucé entre la multitud. Me lo crucé de frente y ambos nos quedamos viéndonos sin saber qué decir. A mí no me salían las palabras. Quise gritarle: te sigo esperando… pero me dio miedo. Quise abrazarlo fuerte y preguntarle cómo estaba, no obstante, solo me salió decirle: “hola”. Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando escuché su voz, cuando empecé a mirarlo y fijarme en cada detalle que conocía perfectamente. En el lunar que tiene en el cachete, en la nariz respingada, en las pequitas que tiene en los cachetes y encima de los labios. Solo me salió mirarlo, no pude escuchar nada de lo que me dijo hasta que vi que me daba su celular y volví a la realidad: “Entonces anota tu número para que pueda llamarte en la semana y tomamos unos mates”, eso fue lo único que escuché de todo lo que me dijo. ¿Cómo habíamos llegado a estar pasándonos nuestros nuevos números?
– ah, bueno, si dale, llámame cualquier día menos los miércoles-(los miércoles eran los días que me juntaba con mi mejor amiga, Magnolia, es así hace años pero no creo que Lucas lo recuerde.)
- Sí, sí, me acuerdo que los miércoles son tus días con Mag.- lo soltó como si nada, como si no supiera que ese pequeño detalle casi detuvo mi corazón por completo. – jajajaj sisi, sigue siendo así - fue lo último que dije antes de que viera mi taxi acercarse.
Capítulo 2 Lucas
Mar. Ni siquiera sé cómo describirla. Era luz, amor y verla me hacía sentir bien. Todos los que la veíamos nos sentíamos amados y cuidados, pero ella tenía algo que nadie sabía. Era mágica, vivía cada momento como si estuviera en una película. Le gustaba escuchar música a todo volumen mientras bailaba sola a la luz de las estrellas. Le gustaba sentir cada canción con el corazón, aunque eso la rompiera en pedazos. Me enamoré de ella, me enamoré perdidamente de la forma en la que sonreía con cada detalle, de como miraba con ilusión todo lo que la hacía feliz. Me enamoré de su mirada desafiante, ella nunca te apartaba la mirada ¿Por qué hablo de ella en pasado? Porque la perdí. Me fui en un momento que no sabía qué hacía, pero estoy seguro que nos vamos a volver a encontrar. Siempre dijimos que éramos nuestro hilo rojo. Y aunque hace cinco años no nos veamos yo sigo recordando cada parte de ella como si la estuviera viendo ahora mismo. Les hablo de ella porque después de cinco años la volví a ver.
Iba caminando con los auriculares puestos y cuando levanté la mirada la vi a lo lejos. La vi levantando un libro del piso. Apresuré el paso para llegar hasta ella. Y cuando lo hice me quedé sin palabras Me quedé parado viéndola sin poder decir nada. Estaba más hermosa que nunca, observé cada detalle que había cambiado. Ya no tenía el pelo tan rubio como lo recordaba. También algo en la mirada le había cambiado, pero el lunar en el labio seguí ahí. Esos labios tan rosados como los recordaba estaban igual que hacía cinco años atrás. La noté mirándome tanto como yo lo estaba haciendo y quise hablar, quería decirle algo, pero no pude. Solo quería pedirle perdón, solo quería abrazarla, pero en cambio, solo dije:
–¿Estás estudiando por acá? – ella asintió – querés que algún día nos veamos? - Ella volvió a asentir. Fue lo único que pude decir, y aunque piensen que fue apresurada esa pregunta, yo sentía la necesidad de volver a verla. Entonces le pedí: “anota tu numero para que pueda llamarte en la semana y tomemos unos mates”. Ahí ella reaccionó y agarró mi celular, tecleó su número y me lo devolvió. “ Ah bueno, si dale, llámame cualquier día menos los miércoles , aseguró, yo sabía que los miércoles eran los días que se juntaba con Mag, su mejor amiga, seguro ella pensaba que no lo recordaría. “ sí, sí, me acuerdo que los miércoles son tus días con Mag” , respondí y cuando terminé de decir eso Mar me miró anonadada. Yo sabía que le iba a gustar que me acuerde de eso. “ jajajaj . sí sí,, siguió siendo así. No llegué a decirle nada más porque se subió rápidamente al taxi que había frenado al lado nuestro.
Quería llamarla, lo hubiera hecho en ese momento, pero creo que es muy apresurado, necesitaba verla, abrazarla. Espero que no me diga que se volvió a enamorar porque yo no pude hacerlo. Tuve dos novias más, si lo sé, ¿cómo pude estar con ellas sin estar enamorado? Intentaba llenar el vacío que yo mismo había generado huyendo de donde más amor recibía.
Capítulo 3 Mar
Ya habían pasado dos días desde que había visto a Lucas por primera vez en 5 años. No había recibido ninguna llamada, ningún mensaje y eso me ponía demasiado triste para querer admitirlo. Mis amigas me decían que lo deje, que las personas en cinco años cambian y que capaz no me enamore su nueva versión. Pero yo estaba segura de que sí, de que iba a estar enamorada de cada versión de él por el resto de mi vida, porque lo había sentido en el momento en el que lo vi de nuevo. Así que decidí esperar a que él me escribiera. Pasó un día más y ya mis esperanzas eran casi nulas. Estaba sentada en el sillón de mi departamento y pensaba cómo sería todo si él volviera. En ese momento mi celular vibró al otro lado del sillón, donde lo había dejado porque no quería ver si me escribía o no. Corrí a buscarlo, con la ilusión a flor de piel, y era él: “Mar, perdón por tardar tres días en escribirte, estuve pensando qué decirte, espero que no hayas pensado que no iba a volver. De verdad siento mucho cómo me aleje, te dejé en un momento que no sabía ni lo que hacía, y como siempre fue vos pagaste por mi dolor, aunque nunca tuve que dejar que eso sea así y ahora lo sé, por eso te escribo, pienso que la vida nos cruzó en ese lugar hace tres días para darme la oportunidad de volver a amarte como siempre te lo mereciste. ¿Siempre dijimos que éramos nuestro hilo rojo no? Bueno, yo creo q nos estamos volviendo a encontrar. Espero que puedas perdonarme por todo y que quieras volver a conocernos de nuevo. Hay muchas cosas que cambiaron y cuando pasaban solo pensaba en vos.” A ese mensaje le seguía uno que decía “si querés nos podemos encontrar en el café de la plaza mañana a la tarde”. Estaba impresionada por ese mensaje, fue lo que siempre quise que me dijera. Pero igual tenía miedo. ¿Quién me confirmaba que no iba a volver a abandonarme? ¿que no me iba a quedar con todo el amor en las manos de nuevo? Nadie. Ya sé que nadie puede asegurarte que las cosas en el amor salgan como queremos. Así que tomé todas las fuerzas que me quedaban, toda la alegría del momento y le contesté: “Lucas, la verdad estoy muy impresionada de todo lo que me acabas de decir, nunca pensé que ibas a volver, aunque la ilusión siempre estuvo ahí. Te extrañé y te pensé por años y la única forma de dejar de hacerlo fue pensar que no sabía qué era lo que me deparaba el futuro ni el destino. Dejé que las cosas fluyeran por más que eso me costara, y sé que sabes muy bien lo que eso me cuesta. Pero nada de eso importa ahora, estamos acá, se te ve cambiado y con otra cabeza. Espero que eso nos ayude. Me encantaría verte para merendar mañana”. Lo mandé, sin pensar, presioné el botón de enviar y tiré el celular al sillón. No quería ver cuando lo leyera. Tenía miedo de lo que pudiera llegar a pasar, pero me iba a arriesgar, porque en cinco años no había dejado de amarlo y yo sé que él tampoco.
Y así fue cómo dos personas que estaban conectadas por el hilo rojo volvieron a encontrarse, volvieron a amarse y conocer cada parte del otro y de uno mismo. A pesar de los años, ellos seguían amándose como el primer día.
Todos tenemos un hilo rojo escondido en alguna parte, sólo hace falta encontrarlo. En el amor se pasa por muchas etapas, por partes que pensamos que no vamos a salir, que nos vamos a quedar estancados ahí por siempre, pero siempre dicen que después de la tormenta sale el sol.
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