miércoles, 19 de octubre de 2022

CONCURSO LITERARIO NARRATIVO “CONTATE UN CUENTO XV” Declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación res 1275/se

 

Participante destacado Categoria D – Educación de Adultos

Hasta que obtuve mi nombre 

de Sandra Ruiz Diaz alumna del CENS 451 “El puente a tus sueños”

 

Abrí mis ojos y vi de forma borrosa algo que se movía, era mi madre. Sentí solo su calor como el del sol de verano, fue ahí que me desplacé hacia sus tetas, las percibí por medio de mi olfato, intenté alimentarme una y otra vez como todo recién nacido. Más tarde me quedé dormida por un buen rato junto a mis hermanitos. Todos juntitos nos dimos calor esa noche fría y lluviosa.

Al día siguiente junto a ellos buscamos a nuestra madre, pero ya no estaba a nuestro lado, nos dejó abandonados en ese descampado lleno de hojas y basura que nos sirvió de abrigo durante la noche. Nuestra manera de pedir ayuda fue a través de nuestros gritos desconsolados, nos sentíamos solitos. De repente se acercó una chica muy amorosa, corrió las hojas y nos tomó en sus manos uno por uno poniéndonos en una cajita de cartón. Nos arropó, nos dio leche, nos llevó con ella a su casa. 

Al pasar el tiempo fuimos creciendo. caminábamos con pasos más fuerte es ahí cuando ella nos llevó en la cajita a una plaza donde transitaban muchas personas. Nosotros estábamos muy desconcertados, un tanto agobiados por desconocer cuál sería nuestro destino. 

Se acercó alguien que sin dudarlo me tomó en sus manos, me dio un beso, me abrazó. Su corazón latía tan fuerte como el mío y sentí que nos elegimos JUNTAS.  Nos fuimos a su casa muy felices y contentas sin pensar que al llegar mi felicidad se quebrantaría    un poco pues ahí estaba Floppy y Simba, quienes se sorprendieron de mi llegada, más Floppy. Se acercó, me olfateó y por medio de un gruñido me hizo saber quién era la dueña del territorio. Yo muy asustada me quedé en un rinconcito de la casa, estaba tan atemorizada que me hice pis encima y pensé:  Uy, me van a echar.  La dueña de la casa me tomó nuevamente entre sus manos, una vez más me hizo sentir que nadie me haría daño y que los demás habitantes me aceptarían como una más de su familia. Escuché que me decían: "Camila, tranquila, vas a estar bien”. Supe que me habían elegido un nombre. Y sí desde ese día fui Camila

La dueña de la casa es mi mamá del corazón, ella me hace sentir eso a través de su amor, de su inmenso cariño y atención constante hacia mí. Es tanta su preocupación que cuando tuvieron que cambiar de destino a otra provincia no dudó ni un segundo en subirme a su auto juntamente con Floppy y Simba. Los tres compartimos un viaje muy largo que nos sirvió para conocernos más, con ambos entendimos que debíamos cuidarnos y querernos y defendernos mutuamente. Es así como compartimos nuestra vida a diario y somos muy felices los tres con nuestra familia adoptante.  

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