Participante destacado por el jurado – categoría A jóvenes de 12 y 13 años
“Todos tenemos una capa de superhéroe”
de Clara Miranda, alumna de E.E.S. N° 3 “Carmelo Sánchez”
Existía un niño llamado Tomás. Apenas pasaba el metro y pico y sus bracitos pequeñitos parecían de juguete. El pequeño juguetón de ojos oscuros y tez clara, de una fácil sonrisa, con una mirada un poco distraída detestaba los colores chillones.
Para el cumpleaños número 7 de Tomi, sus papás le regalaron una capa que cuando alguien se la colocaba, él creía que se volvía invisible. Esta era color roja y brillaba por donde la vieras, era tan larga que rozaba el piso. Sus papás la eligieron ya que el rojo era el color favorito del niño. A Tomás le había fascinado tanto este regalo que decidió mostrárselo a sus compañeros de salón al día siguiente. Esa noche, el pequeño se durmió rápido por lo emocionado que estaba.
Cuando despertó, el niño acomodó arriba de su guardapolvo la hermosa capa de invisibilidad, se colocó la mochila, les dio un enorme abrazo a sus papás y subió al colectivo. Su amigo Juan que también viajaba en el vehículo con él, pasó por su lado tan rápido como se pone el sol en invierno, pero le dijo: “hola”. Tomás se sorprendió, pero eso no fue todo…
- ¡Hola Juan! ¿te queres sentar conmigo? - gritó con inocencia el niño para que su amigo lo escuchara. Pero el pobre se quedó sin respuesta.
Cuando el colectivo frenó en la puerta de la escuela, Juan pasó por al lado de su amigo y siguió de largo. El niño pensaba que este no lo escuchaba, y entró a la escuela.
Tomás siempre se tenía que sentar adelante por su estatura, pero todos sus compañeros se sentaban atrás y lo único que hacían era jugar carreras con sus autitos.
-Mateo ¿te quéres sentar conmigo? - decía el niño, sin embargo, siempre se terminaba quedando sin respuesta.
- Ey Fran ¿te queres sentar conmigo? – repetía Tomi
- Fede, ¿te quéres sentar conmigo? - no se cansaba de preguntar.
Cada vez se quedaba sin respuesta.
Hasta que un compañero llamado Martín le preguntó:
- ¡Hola!, ¿me puedo sentar con vos? Es que todos los asientos están ocupados…-
La sonrisa que se proyectó en la cara del niño fue sorprendente, sus ojitos llorosos se llenaron de alegría y movió hacia atrás la silla para que su compañero se pudiera sentar.
- ¿Qué raro que me veas? - se animó a decir Tomás,
Martín se quedó en silencio.
-Hoy parece como si fuera invisible, mi capa parece que cumple muy bien su función- dijo el niño.
-Pues yo si te veo- respondió Martín.
Tomi sonrió.
Y por último su compañero agregó:
- ¿Te cuento un secreto? Creo que las capas de invisibilidad no sirven, las personas que te quieren ver, lo hacen. Los niños que no, se pierden de mucho. A veces lo mejor es pensar que nuestra “capa” es de superhéroe y mostrarnos tal cual somos
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