Participante destacado Categoria D – Educación de Adultos
El delantal de la abuela
de Gonzalo Ezequiel Paiz alumno de la EEPA 702 “Perito Moreno”
Todos los domingos íbamos a la casa de mi abuela Rosa quien nos amasaba unos riquísimos ñoquis con salsa boloñesa.
La abuela se destacaba porque no podía dejar de usar su delantal. Decía que era para proteger la ropa que llevaba debajo y además servía como guante para quitar la sartén de la hornalla. Otras de las cosas que realizaba con su delantal era secar las lágrimas de mis hermanos y en ocasiones limpiaban las caras sucias. Cuando la abuela salía al gallinero, el delantal se usaba para transportar los huevos y a veces, los polluelos. Ese hermoso delantal era un fuelle, agitado sobre el fuego de leña, fue él quien llevaba las papas y la madera seca a la cocina. Cuando llegaba el final de la temporada, se usaba para recolectar manzanas caídas.
Cada tarde a la hora de tomar el té la abuela nos deleitaba pasando música en su tocadiscos, nos contaba sobre los bailes, el celebrar la música, el imaginar cada letra y la razón de ella. Nos regalaba un paseo por la música de los setenta y nos decía que un disco no podía creer que le diera tanta alegría.
Pasó el tiempo, fuimos creciendo y decidimos ir a estudiar a otra ciudad, pero todos los veranos volvíamos a visitar la casa de la abuela, quien ya estaba sola porque el abuelo había partido.
La abuela cuando llegaba el momento de servir la comida, sacudía el delantal y todos sabíamos de inmediato que tenían que ir a la mesa.
Y otras de las cosas que realizaba mi abuela era una tarta de manzana riquísima, la sacaba del horno, la colocaba en el alféizar de la ventana para que se enfríe.
Hoy la abuela no está, la extrañamos mucho, pero pasarán muchos años para que algún invento u objeto pueda reemplazar éste viejo delantal.
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