heridos
por la misma lluvia,
encendiendo las mismas estrellas
por los mismos
caminos,
compartiendo el café vigilante
sobre las mismas mesas,
cantemos,
amigo.
La caña de pescar,
la bicicleta
y el saludo lejano
(adiós de colectivos);
la búsqueda impaciente
de rosas y muchachas,
todo nos une.
Tu pecho es un cristal, en las mañanas
celestes de la risa
y en los rojos crepúsculos del duro
problema de la vida.
Bajo el mismo paraguas,
heridos
por la misma lluvia,
encendiendo las mismas estrellas
por los mismos
caminos,
compartiendo el café vigilante
sobre las mismas mesas,
que se eleve en tu mano
honesta y firme
la copa desbordante
con el licor sublime
de nuestro canto
unido.
Para que todo el cielo sea un paraguas
y la estrella que acerca los caminos
se encienda en todas partes,
cantemos,
amigo.
1971
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