domingo, 30 de junio de 2013

Una ventana - Jorge Nasselli

A Mirian 

-¡No van a creer lo que encontré.  Mirian mostraba la foto que acababa de extraer de su cartera, como una bandera de tregua.
El almuerzo había sido ameno. La convocatoria: Fernando por teléfono…
-¡Che, Marcelo! ¿Por qué no se vienen con Virginia el sábado y almorzamos juntos?
-No sé. Estoy complicado; pero dejáme ver…
-¡Dale che! ¿Cuánto hace que no nos vemos?
-El desaparecido sois vos. Insinuó sin convicción -.
-¿A Mirian le avisás vos?  Fernando no se dio por aludido-
-Bueno, sí. Pero dejáme ver primero. ¿Eh?
…A la picada le siguió una especie de guiso (una creación de Fernando) al que…
-¡No le falta nada!  Fernando adopta una parada de "chef" televisivo- Le puse de "todo". Espero que les guste. ¿Cómo? ¿Qué? ¡Ah, no! La receta es "Top secret".
Pero cuando los comensales desistieron del interrogatorio…
-Bueno, acá va… - Los ingredientes se fueron intercalando con los pormenores de la preparación. A veces, Sara (esposa de Fernando) corregía cantidades o acomodaba el orden del alquímico potaje.
-Che, de postre… helado ¿No?
Marcelo agrandó los ojos, estiró su sonrisa y perdió cincuenta años en su rostro.
-Lo pido por teléfono y en cinco minutos… - prometió-
La llegada del postre se retrasó…
-No encontraba la casa, don… - El chico del "delivery" quiso explicar.
-Está bien. interrumpió, serio, Fernando. ¡Trajiste la boleta!  brotó como resabio de sus años de trabajo en la DGI.
-No, ¿qué está bien? Si, hasta un "cana" que me conoce, me empezó a mirar feo
porque estaba dando vueltas…- agregó, metiendo el dinero en la campera. Está
justo, ¿no?
-¿Y la boleta?
-La próxima vez dé bien el número de la casa. ¿Vió?  Sentenció antes de salir en la motito y se fue.
-¿Estos? Estos son todos unos delincuentes.  El rezongo y el portazo fue toda una sola acción.
Entre el helado y el café se habló de todo; pero pronto la conversación tomó por caminos políticos. La intervención de Mirian, enarbolando la foto, fue oportuna.
…Buscaba unos papeles, y allí, transplantada, la descubrí. Explicó.
Estamos los tres. ¡Era tan chiquita yo!  Frunció los labios, aniñó el tono y ofreció la foto hacia un Fernando curioso con la mano izquierda extendida.
-No recuerdo esa toma. ¿Vos Marcelo?  La otra mano rascaba la incipiente calvicie.
Marcelo, aún sentado, recibió la foto calzándose sobre la punta de la nariz los anteojos para ver de cerca, que le colgaban con una soguita del cuello. Fernando y Mirian asomaban, espiando sobre sus hombros.
-Son los autitos a pedal de chapa que había en la plaza Mitre, ¿no?
Un océano de recuerdos en sepia les inundó la vista… y el alma.
…El auto, igualito a la "Maserati"  de Fangio, da vueltas rodeando el pedestal del monumento. El rechinar de los pedales sin grasa delata la velocidad y musicaliza los giros que no parecen tener fin.
-¡Pará! ¡¡Paraaaá!! ¡Ahora me toca a mí!
-¡Vos diste más vueltas!
-No importa, debe ser así. Soy el mayor.
-¿Y…?
-Si soy el mayor…doy "mayor" cantidad de vueltas.
-¡Avisá! ¡Vos tenés que cuidar a Mirian!
-¿Yo? ¿Y por qué yo y no vos?
-Porque sos "el mayor"
-¡Ah! ¡Ahora sí soy el mayor"
-y… si.
-Bueno, si soy el mayor; entonces... ¡Te mando que la cuides vos!
-¡No! ¡Yo no! ¡Ya sé! Le preguntamos a ella quién quiere que la cuide.
-¡Dale! ¿Mirian…? ¡Miriaaaan! ¿…?
-¿Dónde está?
-¡Ufff! ¡Allá! ¡Allá está!
-Mirian. ¡Che Mirian! ¿Qué hacés?
-Foto.
-¡Má que foto! ¡Vení para acá!
-¿Qué tiene en la mano?
-No se. Dice que una foto. ¿A ver? ¿Me la das?
La nena se acerca corriendo, feliz de ocupar la atención de sus hermanos y entrega el papel.
-Che, mirá a éstos. ¿No te parecen conocidos?
-Dejáme ver. Sí… Bueno, no… ¡Qué sé yo!
Desde la foto, dos hombres y una mujer, los miran con nostálgica ternura.
-¿De quién será?
-¡Mía! La foto es mía.  El hombre está parado a sus espaldas, no lo habían
escuchado llegar.
Con su delantal gris, impecable, el fotógrafo de la plaza cargaba el trípode con la cámara sobre los hombros.
-Si me la devuelven, les saco una foto a los tres. ¿Quieren?
-¡Hecho!  contestan los varones. Mirian no habla (apenas sabe), asomada tras de sus hermanos, abre grande sus profundos ojos marrones.
El mayor salta sobre la "Maserati"
-¡¿Y yo?!
-Te presto el Jeep amarillo- ofrece el fotógrafo y sienta a Mirian sobre la chapa, tibia de sol, del capó.
Despacio, retrocede, extiende las patas del trípode y prepara la cámara.
-¡Quietos!  - Ordena - ¡Ya está!
-¿Podemos ver?  Gritan los varones a coro.
-En quince minutos. Vayan a jugar carreras con los autos, mientras Mirian me ayuda con la foto.
Dudan. Por fin salen pedaleando a toda velocidad.
-¡Y… Fangio con la "Maserati" sale primeroooo!
-¡No! ¡Froilán González con la Ferrari lo alcanza y…!
Vuelta tras vuela, la foto se revela.
-Tomá Mirian  Dice el fotógrafo.- La foto guardala vos. Y le entrega el papel, que antes seca abanicándolo.
Silba mientras se va alejando con la cámara al hombro. Al llegar a unos arbustos gira, mira a la niña y sonríe. Después desaparece.
¿Fin?

1 comentario:

  1. Lo tuve que releer para captarlo, y cuando me dí cuenta me sorprendí. Felicidades al autor, me han impresionado sus recursos.

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