La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría.
La prudencia es una fea y rica solterona cortejada por la incapacidad.
Quien desea y no actúa engendra la plaga.
Sumergid en el río a quien ama el agua.
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.
A la atareada abeja no le queda tiempo para la pena.
Las horas de la locura el reloj las mide; pero ningún reloj puede medir las de la sabiduría.
Ningún alimento sano se atrapa con red ni trampa.
Expone número, peso y medida en año de escasez.
El cuerpo muerto no venga injurias.
Si el necio persistiera en sus necedades llegaría a sabio.
La necedad es el atuendo de la bellaquería, la vergüenza es el atuendo del orgullo.
El zorro condena a la trampa, no a sí mismo.
Lo que hoy está probado, en su momento era sólo algo imaginado.
Presto has de estar para decir lo que piensas que así el ruin te evitará.
Todo lo que es posible creerse es imagen de la verdad.
Nunca el águila malgastó tanto su tiempo como cuando se avino a aprender del cuervo.
Quien ha sufrido tus imposiciones, te conoce.
Del agua estancada espera veneno.
La verdad nunca puede decirse de modo que sea comprendida sin ser creída.
Si otros no hubiesen sido tontos, tendríamos que serlo nosotros.
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