domingo, 30 de junio de 2013

PAGINA POLÍTICO-LITERARIA

En todo tiempo y edad, política y literatura se han dado la mano... Y muchas cosas más, amén de haber recibido a cambio desde elogios materiales hasta censuras y la muerte. Esta página no pretende de ninguna manera ni una cosa ni la otra, sino mostrar que muchas veces el arte toma diferentes formas, desde las célebres caricaturas y esculturas de Daumier, (como por ejemplo “Ratapoil”), hasta los cuadros de Gros en plena época Napoleónica, pasando por los consejos de Don Quijote, las sátiras de Castañeda y otros más cuyo único compromiso era decir una verdad que estaba lo suficientemente escondida por el sistema como para decirla más abiertamente. Hoy la caricatura y la sátira política ha caído demasiado pero aún quedan ejemplos dignos de recordar. Pero nunca olvidemos que todo escritor, es también un político ingenuo.


El Padre Castañeda

Alias “Carancho”, luchó incansablemente con su pluma filosa en los periódicos que el mismo fundaba, entre otros:
"Nación Argentina decapitada por el nuevo catilina Juan Lavalle.”
“El Doña María Retazos”
“El despertador Teofilantrópico Misticopolítico”
“El Doña Matrona Comendadora de los cuatro periodistas”
“El desengañador gauchi-político, fedeimontonero, chacuacoriental, chotiprotector, putripublicador de todos los hombres que viven y mueren descuidados en el siglo diez y nueve de nuestra era cristiana”.
Desde sus periódicos descargó sus dardos y su artillería verbal contra sus enemigos políticos, a quien no dudó en ridiculizar y poner originales apodos, utilizando seudónimos que el mismo se atribuía.
Tuvo la predilección por los seudónimos con “Doña”. En el “Desengañador Gauchipolitico” del 5 de agosto de 1820 firmaba un Comunicado como “Doña viuda de la Patria” y en distintas oportunidades lo hizo con “”Doña Aburrida de Ingratos”, “Doña a Veces me Falta la Paciencia”, “Doña Detesta Niños”, “Doña Honesta Recreación, “Doña Lección no Interrumpida”, “Doña Estense los Cristos Quedos” o “Doña Mejor Jugador no Debe Quedar sin Cartas”.
Ofendido por los apodos que el Padre Castañeda le endilgaba, el general Hilarión de la Quintana lo llamó “Fraile Bigardo” (Fraile desenvuelto y de vida libre) y lo amenazó con hacerle dar “cincuenta azotes borneados por un negro” . Lejos de amedrentarse, el fraile le respondió al militar:
“Mientras el general con su espada ande buscando el corazón de Fray Francisco, entre tanto sayal y tanta jerga, el Padre Fray Francisco le encontrará la boca y no le dejará diente a vida ni para comer mazamorra”
A Bernardo González Rivadavia, más conocido como Bernardino Rivadavia le dedcó estos versos:

“No hay provenir maravilloso
ni otro contenido más delicado
que librarse del Sapo del Diluvio
El Sapo es Rivadavia o Rivaduvio
o el Robespierre el renegado".

También lo apodó “Crispinillo el Trompudo”, en su canción “El Teruleque”, “Escriba”, “Doctor Bernardino Garrapata” y “Don Bernardote Riobombo” en el periódico “Vete Portugués que aquí no es”.
También se refiriéndose a Rivadavia “Del nuevo Don Quijote de La Mancha, de la trompa grandísima, del inflado con antiparras, del sapo diluviano, del escuerzo de Buenos Aires, del Rey loco, del Ombú empapado en aguardiente, del Doctor en Ignorancia, de la Sota de Bastos (…) ¡Libera nos Domine!”
Mientras las provincias luchaban con los españoles por al independencia, los emisarios de Buenos Aires Rivadavia y Valentín Gómez recorrían las cortes de Europa en busca un príncipe para coronar en el Río de la Plata... Pueyredón ofrecía la corona a algún príncipe de Francia …” a la familia tan querida de nuestros corazones”…(la de Borbón-Orleans) para gobernarnos. A Valentín Gómez le ofrecieron un “premio consuelo” para que se corone a Carlos Luis de Borbón, Príncipe de Luca ...”un joven, casi un niño, del que solo puede enterarse que tocaba el violín y era soberano de un pequeño Estado Italiano”...Se negoció en forma reservada y se aprobó en forma secreta por el Congreso.
Como Valentín Gómez (preparándose para la próxima ceremonia) trajo un peluquín de Europa para tapar su pelada, el siempre original padre Castañeda le diría en verso:

"Mama Valentina.
se puso peluca,
cuando fue a traernos,

al duque de Luca.”


Consejos que da don Quijote a Sancho antes de que éste gobierne a la ínsula Barataria


- Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada
- Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
-Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Innumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.
-  Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.
- Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada.
- Si trajeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta.
- Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida.
- Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos.
- Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico.
- Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
- Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
- Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.
- Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso.
- No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda.
- Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus  lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.
-  Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
-  Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.
-  No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César.”
-  Si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres: quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo.
-  “No comas ni ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería”
- “Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala.”
- “Come poco y cena poco, la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”
- “Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra.”
- “También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles.”
- “El andar a caballo a unos hace caballeros, a otros caballerizos.”
 - “Sea moderado tu sueño”.
- Jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos comparándolos entre sí, pues por fuerza en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares de ninguna manera premiado.


A un señor Justo
Rubén Dariola

No me mueve, señor, para votarte,
el puesto que me tienes prometido;
ni el cartel “No hay vacante”, tan temido,
para dejar por eso de silbarte.

Tú me mueves, señor, muéveme el arte
con que tanto me tienes engrupido;
Muéveme verte así, tan decidido
a mandarte la parte.

Tú me mueves, señor, y en tal manera,
que aún sin el cuarto oscuro te votara;
y aunque no fueras justo te temiera.

Yo no te tengo fe, como cualquiera;
mas si el pueblo adentro te llevara,
¡vaya la gracia de quedarme afuera!

Este soneto, apareció en la revista “Cascabel” del 30 de diciembre de 1942, en clara alusión a Agustín P. Justo. Como se puede leer, las cosas no han cambiado mucho desde aquel entonces, a excepción de los nombres.

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