¿Por qué los de dos siempre terminan en el lavarropas?
Alumna de 2º Escuela Secundaria Nº 3 de San Manuel
Nunca te preguntaste qué pasa con un billete de dos pesos que pasó por tus manos. Bueno, esta es la historia de uno
Gustavo tiene un billete de dos pesos y lo usa para comprar una bolsa de caramelos a su sobrina que esta llorando porque su perro se escapó. Paga a la señora que lo atendió y sigue su camino. La señora del negocio pone el billete en la caja, pero su hijo lo lleva para comprar unos CD de música. El dueño de la tienda de música toma como cambio los dos pesos para dárselos a un cliente que le pidió un CD del álbum Appetite for destruction de Guns N' Roses, precisamente ese cliente era yo.
Pongo el billete en el auto y en un viaje lo uso para pagar el peaje. El empleado que lo recibe se lo devuelve a otro auto, cuyos integrantes eran seis, y los adultos que viajan deciden dejarlo en manos de sus hijos para que compren golosinas. En el trayecto al kiosco, los niños lo pierden. Lo encuentra una pareja de jóvenes que lo escribe poniendo el clásico “el que obtenga este billete no le faltara pan ni trabajo” y lo firman. Luego la joven le da el billete a su madre, quien lo usa para pagar el alquiler de la casa a una señora mayor, que cree lo que esta escrito en él y lo guarda por un largo tiempo hasta que con él paga un agradable banquito, el cual se lo compra a una amiga, quien lo pone en su bolsillo y descuidadamente lo lava junto con el pantalón
En síntesis, el billete de dos pesos vale poco y se usa mucho, se descuida pero se necesita.
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