I
Hemos venido de repente, así, de paso,
a dejar en tu nichera
unas sencillas flores. No.
No lo agradezcas.
Cuando no estemos, deja que ellas hablen
como si estuviéramos cerca.
Como si no hubiese pasado el tiempo
y el largo viento
no haya secado nuestros ojos
y aquellas frases, sencillas, emotivas
que llenaban de rutina nuestro tiempo.
II
Mas nosotros hemos vuelto
a las cosas simples de la vida,
al sencillo olvido que traen los afanes,
al presente cierto.
¡Cuánto olvido!
¡Cuánto olvidamos en tan poco tiempo!
III
Llenamos nuestra vida de práctica locura,
de meticulosa paz, de sendas ciertas
capaces de tapar toda palabra,
todo bien pasado, todo amor terreno.
Y lloramos un instante; alquilando
un traje ocasional en cada evento
para desaparecer como si nada
le debiéramos al tiempo.
IV
Una soledad de flores te acompaña,
y no morirás mientras no hayas muerto
en quienes la furiosa tempestad del mundo
no puede borrar, Susana, tu recuerdo.
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