jueves, 27 de junio de 2013

ESCRIBIR: un desafío - Por Jorge Dágata

Muy interesante su planteo: vivir sin escribir, o escribir sobre lo que no se vive; dos caras de la misma moneda.
Se puede jugar con los recursos, apelar a la tecnología de la lengua y crear un cascarón vistoso; pararse sobre él para hacerse ver, ganar jurados y especialistas. El único problema es que si tiene suficiente peso específico se hundirá más pronto o más tarde en su propio vacío. De lo contrario, flotará sobre él vacuamente satisfecho con su futilidad, pero sólidamente disconforme con su escritura, que no lo alimentará a usted ni a nadie.
Se puede apelar a las probabilidades y perseguir las combinaciones más convenientes; a veces, hallarlas. Como es posible participar de un juego de azar y acertar alguna vez. ¿Se escribe entonces?
Llegar a la intersección entre vida y escritura: ahí está el desafío. Significa buscarse a uno mismo, en su interacción con los demás; muchas veces, enfrentarse, cuestionarse, obligarse al reconocimiento no siempre grato. También, integrar los recuerdos y las esperanzas; trascender el tiempo. Verse a una vez desde adentro y desde afuera, amarse y odiarse, destruirse mil veces y otras tantas renacer.
Se puede pensar en el lector o reconocerse lector. De última, no hay tanta diferencia; en uno están un poco los demás y viceversa. Se tratará de escribir lo que se quisiera leer, en la convicción de que todavía nadie lo logró. La alternativa: conformarse con el rol de lector, de buen lector; es decir, no escribir.
La inercia, la pobreza espiritual, la frivolidad, tiende muchas trampas: aprender a escribir es aprender a sortearlas y emerger libre. Libre no significa que no se tengan cadenas sino que las cadenas no lo tienen a uno.
Las pocas oportunidades en que esto se logra, se escribe. Letra a letra, como hace siglos, en la plenitud de su humanidad y en sus limitaciones; así ha sido siempre para quienes lo intentaron. Sin dejar de ser uno, se es la escritura. Puede significar un instante o abarcar, misteriosa e inexplicablemente, la huidiza eternidad de los filósofos.
¿Que usted no quería complicarse tanto la vida? Viva; no escriba. Si puede...

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