Nosotros somos los que, el timón perdido,
navegamos sobre un tibio mar, de agua escaso,
encallados en el lodo, con la furia
de todos los vientos golpeando a nuestro lado,
sin flotar ni hundirnos, ni movernos. Somos
los escépticos que contemplan el quebrado
paraíso de la voz y la palabra
en la falsa profundidad de lo nombrado.
Mientras tanto, esperamos la marea,
tensas las cuerdas, cerrado el labio;
los puños apretando sólo tierra
y el barco, aburrido y encallado.
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