Sentado en la calle, en la noche saboreo
un humeante café como en viejos tiempos.
La taza miro. En su espejo errante
aparece una estrella. La bebo en un instante,
y pronto aparece otra estrella nueva
que vuelvo a beber. Mi garganta lleva
bebidas estrellas, galaxias, planetas,
la vida y la muerte, la materia sin nombre
y todo el infinito que imaginó el hombre
en el simple reflejo de una taza que humea.
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