Pérez Bulnes representaba a Córdoba ante el Congreso. Cuando éste se trasladó a Buenos Aires, un diputado presentaba proyectos con bastante frecuencia.
Tenía además el hábito de decir, dándose importancia:
- Mi nombre pasará a la historia.
Pérez Bulnes estaba cansado de oír el mismo estribillo. Un día, después de haberle sido rechazado al diputado de marras un proyecto descabellado, se le oyó decir:
- No me interesa la opinión de la Cámara. De todos modos, mi nombre pasará a la historia.
- Si señor diputado contestó Pérez Bulnes-. Su nombre pasará a la historia... pero a la historia natural.
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