¿…y yo que hago? me dije, y nada pude contestarme,
porque no hago nada más que versos…y eso es poco. (Anónimo)
- Rompo la tierra, dijo, luego siembro,
y a la vuelta del año lleno un carro
con maduras espigas y deseos.
Le dije al forjador: - ¿Qué haces, hermano?
Y descansando el hierro sobre el hierro,
la paz celeste de sus ojos francos
depositó en mis ojos el silencio.
Le dije al tejedor: - ¿Qué haces, hermano?
Y sin romper la línea del estrépito
- Labor de araña dijo, señalando
los telares que viven de sus sueños.
Le dije al fundidor: - ¿Qué haces, hermano?
El cerró la compuerta de sus fuegos.
Sonrió. Y sus voz de chispas dijo el salmo
victorioso: -¡Trabajo, compañero!
- ¿Qué haces, hermano? dije al artesano.
- Una caja de pino para un muerto.
Perfumadas espiras le brotaron
sobre su mano siempre de regreso.
El labriego, el herrero, el artesano,
el tejedor, el fundidor dijeron
con su palabra simple, del trabajo,
lo que nunca diremos con un verso.
De “Regreso de la esperanza”
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