Cantaba, cantaba la tarde;
cantaba, cantaba el maíz;
cantaba, cantaba el sereno:
¡Mi niño no quiere dormir!
La noche, jinete de humo,
galopa silbando a su perro.
Las nubes se duermen al paso...
Mi niño se queda despierto.
La luna regala naranjas,
el sapo le pide la suya.
Mi niño, cerrando los ojos,
tendrá la más grande y madura.
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