martes, 25 de junio de 2013

El hombre visiblemente ignorado - Luisiana Morini

El hombre se levanto de la cama, se calzo las pantuflas bordo que descansaban al lado de su cama y fue a la cocina. Su madre y hermana tomaban mate, las saludó pero no obtuvo respuesta. Suelen tener malhumor por las mañanas. Se sentó a la mesa y nadie le pasaba el mate. Sin ánimo para discusiones se metió en el baño. Ducha de quince minutos exactos.
Sobras de una torta en la mesada. Estaba comiendo cuando saltó el gato y le arrebató la porción de un zarpazo del plato. Creyó que le tenía miedo. Nunca tuvo buen trato con  los animales. Parece que no le tenia miedo después de todo.
Camina a la parada del colectivo, pasa el 522 pero no frena.
-¡Que colectivero de mierda! Dice-
Diez minutos de espera y pasa nuevamente, tiene el pie en el peldaño pero una vieja se entromete y sube primera. Amaga para subir pero lo codean un hombre con maletín y una chica con su chicle, su mp3 y su mochila de escuela. También los deja pasar. Sería la buena acción del día.
Divisa un asiento libre, está por sentarse. Sus nalgas rozan el asiento pero un gordito con su mano enchastrada de chupetín le pisa un pie y se sienta en su lugar sin el menor respeto.
-Estos borregos-piensa -
Llega al trabajo, la misma empresa de electrodomésticos de siempre. Saluda a la secretaria pero ésta no le da ni bola, los compañeros conversan en un rincón. Se para a su lado y ninguno de los cuatro le dirige la mirada; continúan hablando del partido del domingo.
- Si, ¡viste que golazo!-Nadie le contesta-.
Se queda callado parado un poco mas atrás y el círculo se cierra dejándolo a un lado. Organizan un asado, quién lleva la carne, quién la picada y quién el postre. A él no le toca nada. Qué curioso. Estarán de buenas. Mejor. Andaba medio corto de plata y quería una camisa nueva a rayas.
Entra una clienta, la saluda cordialmente pero ésta pasa de largo y va a consultar por un lavarropas con Gerardo, el morocho.
Pasan las horas, se larga a llover. Las 20 hs., al fin termina esa aburrida jornada.
Va en busca de un taxi. Diario en la cabeza. Ninguno para. Supone que será por la demanda, usted vio que los días de lluvia...
Tarjeta vacía, comienza a caminar. Encastra su pantalón color beige y sus mocasines prolijamente lustrados. Entra a un kiosco a esperar que pare, dentro del kiosco hay diversos personajes, dos mujeres hablando con sus respectivos niños en brazos. Él le ofrece un pañuelo que siempre lleva en el bolsillo para secarle la cara al bebe. La mujer no contesta, como si no lo divisara.
El hombre se siente un inútil, tiene vergüenza se corre un poco a la izquierda y pide un atado de diez, la muchacha no lo mira, continúa con su lima de uñas.
Un pelilargo pide unas fotocopias y ella lo atiende cordialmente. Quince minutos tratando de ser atendido. Se da por vencido y con una cara larga emprende la jornada al hogar. Cara chorreada, pelos en la cara. Pasa por el bar de Pipo. Se pregunta si estarán Cacho, Jorge y los demás jugando a las cartas. Entra, se le ilumina la cara, tal vez un café.. o una cerveza con maníes. Amaga un saludo de manos pero nada. Supone que es por la concentración. Al cacho no le gana nadie.
Termina la jugada se levantan y se van.
El hombre desilusionado y preocupado camina a su casa, se mira las manos a ver si están allí, pero se ve las manos los dedos las uñas cutículas, las siente, están frías y mojadas, pero están.
Se palpa el cuerpo, siente su cuerpo, sus bolsillos cargados.
Llega a la casa. directo al baño. Espejo viejo, se ve la cara, se la palpa.
Tocan el timbre. La hermana. Olvidó la llave puesta. Le abre, ella pasa de largo y se encierra en su cuarto
No sabe si se siente humano o menospreciado al 100%.
Se acuesta a dormir sin cenar, no tiene apetito y sus tripas tampoco crujen.
Sale el sol, en la casa no hay nadie. Lleno de tics nerviosos que no se le manifestaban desde los catorce va al hospital. En la fila se cuelan una señora con un ojo vendado, una mama histérica con nene con fiebre un viejo que tose.
Ya acostumbrado, frustrado y taimado espera. saca turno, firma los papeles. La secretaria conversa por teléfono a la par.
Sala de espera.45 minutos sigue entrando gente y siendo atendida antes que él.
Desespera, sudor frió. Llaman su nombre, es el suyo no es una ilusión,. El medico lo saluda. Esta atónito. Estado de shock.
Le cuenta.
- No señor, como no lo van a ver, yo lo estoy viendo, le recomiendo que visite a la Dra. John, trabaja en psiquiatría ella lo podrá ayudar... yo en estos campos... si no tiene tos o dolor de estomago je, je usted me entiende.
Sale. La jovialidad no esta de su lado. Está triste, desanimado.
Entra a la casa, sale velozmente, murmurando palabras por lo bajo.
Camina a la estación
Saca boleto para el primer colectivo a cualquier parte, el dinero no tenía valor.
-Que rico esta el arroz ma-
-Gracias nena. Pasame la sal ya que estas-
-Che ma, ¿porque me dejaste esa nota? Estás re-loca
-¿Que nota? Yo no deje nada.
-Si, esta que dice “Estoy de más”

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