martes, 25 de junio de 2013

LA LITERATURA EN LA ESCUELA DE PAPÁ Y MAMÁ PARTE 1º

Hoy publicamos la primera recopilación especial de textos que aparecieron en libros de lectura del período 1954 - 1962. Podríamos hacer más, abarcando más autores, pero preferimos lo breve a lo demasiado repetido. La mayoría de los que realizaron estas “pequeñas obras maestras” hoy están en el olvido. Ellos también están Rescatados del Fuego. Estas poesías y artículos fueron sacados de libros de texto que se utilizaban con los alumnos de 4º, 5º y 6º grado. Los libros consultados son: “Del solar nativo”(1945), “Surco y Simiente”(1962), “Así es mi patria”(1951), “Calidoscopio Americano” (1959), “Motivos Americanos” (1956), “Ayer y hoy”(1957) y “República” (1957)


Bichitos de luz - Emilio Frugoni 


I
Rayito de sol,
fino dedo de oro caliente
que me tocas la frente,
haz que en ella me brote una flor.

II
Aseméjate al molino
que roza el suelo y el cielo
y que mientras que vuela y canta
va moliendo, va moliendo.

III
Suelo de roca bravía
las pezuñas endurece.
Las durezas de la vida
nos hacen duros y fuertes.

IV
Nadie hay de mejor memoria
que la madre que yo tengo.
Cuando yo olvido mis penas,
ella las está sufriendo.

VI
Hay quienes hablan a gritos
y quienes a media voz,
y quienes todo lo dicen
con el silencio de Dios.





El esclavo bueno (Romance del tiempo viejo) - Pablo Antonio Cuadra

Trajo siete esclavos
río de San Juan.
Uno se ha caído
ya se lo ha comido
tiburón del mar  tiburón del mar.

Por el muelle entraron
al mercado van.
Ahí el vendedor
con voz de tenor
gritando así está: - gritando así está:

“Barato el' esclavo
y no come pan”.
...Cara de moronga
negrito rezonga:
¡Porque no mi dan - porque no mi dan!”





El Teyú  Hobí * - Ernesto Morales (del libro Leyendas y fábulas guaraníes)

Un mono dijo al lagarto:
      -     Teyú-hobí, va a terminar el mundo.
      - ¿Cómo?  preguntó éste.
- Va a incendiarse.
- No importa, yo entraré en el río.
- El agua de los ríos va a hervir.
- No importa, yo me meteré bajo tierra.
- La tierra por debajo estará ardiendo.
- No importa, yo me subiré a un árbol.
- Loa árboles se secarán y quemarán.
- Entonces, ¿dónde podré ir yo para salvarme de la muerte?
- ¡No tendrás salvación!
- ¡Oh!  protestó el lagarto- ¡Yo no quiero morir, yo no quiero morir!
Y comenzó a darse contra las piedras hasta quedarse muerto.

* Teyú-hobí: nombre guaraní del llamado lagarto verde



El gaucho - Gisberta Smith de Kurth

Tenía una guitarra llenita de vidalas,
un poncho agujereado por lanza de malón,
un caballejo zaino tragador de distancias
y un rancho achaparrado al borde de un zanjón.

Peleador y arrogante, mozo de truco y taba,
jugó sus libertades a punta de facón.
Cuando pasó Belgrano siguió su huella clara
y los riscos norteños oyeron su canción.

Hazañoso y sufrido escaló la montaña;
caracoleando el portero se lanzó en el turbión
de la heroica grandeza que cimentó la patria
y enredó en las estrellas borlas de su morrión.

                         Fue el anónimo gaucho que dispersó su alma
                 en la épica patriada de la triunfal visión.
                  Hoy es del tala criollo la desgajada rama 
                       y su hazaña breviario de argentina emoción.





Canción del niño indio

-¿Dónde vas, niño indio,
con tu ponchito viejo?
-Voy a vender mis frutas
en la feria del pueblo.

-¿Quién mecía tu cuna
cuando eras muy pequeño?
-Me arrulló el viento blanco
de los valles salteños.

-¿De dónde vienes, niño
de semblante moreno?
-De allá, de las quebradas
del frío y del silencio.

-¿Qué sueñas, niño indio?
-Vivir como vivieron
y murieron un día

los indios, mis abuelos.


El espejo (Anónimo)

Cierto día, hace muchísimos años, un comerciante muy rico y avariento, acudió a un viejo y sabio sacerdote en busca de consejo y enseñanza. Éste lo llevó ante una ventana y le dijo:
       - Mira, hijo, a través de ese vidrio, y dime qué ves.
- Gente contestó el rico.
Luego lo condujo ante un espejo, y volvió a preguntarle:
       - ¿Qué ves ahora?
- Me veo a mí mismo  contestóle al instante el avaro.
- He ahí, hermano  díjole entonces el santo varón-, que en la ventana hay un vidrio y en el espejo también; pero ocurre que el vidrio del espejo está cubierto por un poquito de plata, y en cuanto hay un poquito de plata de por medio dejamos de ver a los otros y no nos vemos sino a nosotros mismos.






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