Iba por el camino. Con sus primeros lampos,
el sol iluminaba el verdor de los campos.
Y hube de detenerme en la senda un momento
para que en paz bebiera el pájaro sediento.
un pájaro posado al borde de un hoyuelo,
con el grácil pico bebía agua del cielo.
¡Oh, generosa espera que me enseñó aquel día
que tan sólo en el ave es pura la alegría!
De súbito volvióse al sentir mi presencia.
¡Y era todo ternura, y era todo inocencia!
Luego, elevó su vuelo por sobre las acacias
y se alejó piano, cual si dijera: “¡Gracias,
hombre que en el sendero te has parado un momento
para que se abrevara el pájaro sediento!”
Lindo recuerdo
ResponderEliminar