miércoles, 19 de junio de 2013

Escritos de Benjamín Franklin (1706- 1790)

Entre las muchas cosas que componen su biografía, se destacan las siguientes: En 1731 fundó la que probablemente fue la primera biblioteca pública de Norteamérica, inaugurada en 1742 con el nombre de Biblioteca de Filadelfia. También publicó el Almanaque del Buen Ricardo en 1732 bajo el seudónimo de Richard Saunders.
Profundamente interesado en proyectos filantrópicos, para beneficio de la comunidad, uno de sus últimos actos públicos fue firmar una petición al Congreso, el 12 de febrero de 1790, como presidente de la Sociedad Abolicionista de Pensilvania, instando a la abolición de la esclavitud y la supresión del comercio de esclavos.


Parábola contra la intolerancia

Y después de estas cosas, sucedió que Abrahan se sentó a la entrada de su tienda, hacia la hora de ponerse el sol.
Y vio a un hombre, encorvado por la edad, llegar `por el camino del desierto, apoyado en un báculo.
Y Abrahan se levantó, y fue a su encuentro, y le dijo: Entrad, os ruego, y lavad vuestros pies, y reposad toda la noche, y os levantareis mañana temprano y continuaréis vuestro camino.
Pero el hombre respondió: No, porque descansaré bajo ese árbol.
Y Abrahan le rogó con instancia: Entonces fue y entraron en la tienda, y Abrahan hizo pan sin levadura y comieron.
Y cuando Abrahan vio que el hombre no rogaba a Dios, le dijo: ¿Por qué o adoráis al Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra?
Y el hombre respondió, y dijo: Yo no adoro al Dios de quien me habláis y no invoco su nombre; porque me he hecho un dios que habita siempre en mi casa y que provee a todas mis necesidades.
Y el celo de Abrahan se enardeció contra aquel hombre y se levantó; y apaleándole, le arrojó al desierto.
Y a media noche Dios llamó a Abrahan, diciendo: Abrahan, ¿dónde está el extranjero?
Y Abrahan respondió y dijo: Señor, no quería adorarte ni invocar tu nombre; por esa razón le he echado de mi presencia y arrojado al desierto.
Y Dios dijo: ¿No le he soportado yo ciento noventa y ocho años, y vestido, a pesar de su rebelión contra mí; y tú no puedes, tú que también eres pecador, soportarle una noche?
Y Abrahan dijo: Que la cólera del Señor no se inflame contra su siervo; sí, he pecado, perdóname, te lo suplico.
Y Abrahan se levantó y fue al desierto y buscó al hombre con solícito cuidado, y le halló y volvió con él a su tienda; y después de haberle tratado con bondad, le despidió por la mañana con regalos.
Y Dios volvió a hablar a Abrahan diciendo: En castigo de tu culpa, tu posteridad será afligida durante 400 años en tierra extranjera.
Mas por causa de tu arrepentimiento, la liberaré, y se elevará en el poder, en la alegría de corazón y en los bienes de toda especie.


Extraída de “El libro del hombre de Bien”

El palo o Las garantías políticas
(De una carta dirigida a R. Livingston en 1782)

A... llevaba un palo en la mano y encuentra a su vecino B..., que no tiene ninguno; el primero se aprovecha de su ventaja para dar al segundo una buena paliza. Pero B... va en busca de igual defensa; vuelve y se pone en disposición de retornarle los palos que ha recibido. A... le dice: “Antiguo migo mío, ¿por qué nos hemos de disputar? Somos vecinos, vivamos como hermanos y pacíficamente al lado el uno del otro según acostumbramos hacerlo.”

Si B... se da por satisfecho, si cree en la perfidia de esas razones, si tira a un  lado su palo, sus vecinos y A..., el primero, se burlarán de él con sobrado fundamento.


El porrazo en la cabeza
(Extracto de una carta escrita en 1784 al doctor Máther, de Boston)

La última vez que vi al padre de usted, fue en Boston, a principios de 1724, después de mi primer viaje a Pennsilvania. Recibióme en su biblioteca, y cuando me despedí de él, me enseño un camino más corto para salir de la casa, por un pasadizo más estrecho, en el cual había atravesada una viga a la altura de la cabeza. Cuando me retiraba, continuábamos hablando, él me seguía y yo iba medio vuelto para escucharle, cuando de repente me gritó: “¡Bájese usted! ¡Bájese usted!”
No comprendí lo que quería decirme hasta que me dí un fuerte porrazo en la cabeza contra la viga. Como el padre de usted era hombre que no dejaba pasar ninguna oportunidad de dar lecciones útiles, me dijo en la presente: “Usted e3s joven y va a entrar en el mundo; bájese usted para atravesarle, y se evitará más de un porrazo”

Este consejo, impreso de aquélla suerte en mi cabeza, me ha sido muchas veces útil, y me acuerdo de él con frecuencia cuando veo el orgullo humillado y las desgracias a que están expuestos continuamente los que llevan la cabeza demasiado erguida.

Dichos y sentencias extraídos de “La ciencia del buen Ricardo o el camino de la fortuna”

- “La ociosidad es como el óxido, que come mucho más que el trabajo; la llave que se   
  usa continuamente siempre está lustrosa”
- “La pereza marcha con tanta lentitud que la pobreza no tarda en alcanzarla”
- “El trabajo no tiene necesidad de deseos. El que vive de esperanzas se expone a morir 
  de hambre; sin trabajo no hay beneficio”
- “El hambre pasa por delante de la casa del hombre laborioso pero nos e atreve a entrar 
  en ella”
- “El que quiera prosperar en sus negocios hágalos por sí mismo; y si quiere que todo le 
  salga mal, no tiene más que confiarlo a otros”
- “Mas perjuicios causa la falta de esmero que la falta de saber”
- “Por falta de un clavo, se pierde una herradura; por falta de una herradura, se pierde un 
  caballo y por falta de un caballo se pierde el mismo jinete, porque su enemigo le 
  alcanza y le mata; y todo ha sido por no haber parado la atención en un clavo de la 
  herradura”
- “Si queréis ser ricos, no aprendáis solamente a saber cómo se gana, sino también cómo 
  se ahorra”
- “Es más costoso alimentar un vicio que criar dos hijos”
- “Un poco, repetido varias veces, hace un mucho”
- “El que compra lo superfluo pronto tiene que vender lo necesario”
- “El hombre cuerdo aprende en cabeza ajena; rara vez los locos escarmientan en sus 
  propias desgracias”
- “Para cada persona verdaderamente pobre, hay cien indigentes”
- “Cuando el pozo está seco, se conoce lo que vale el agua”
- “La vanidad es un mendigo que pide con tanta instancia como la necesidad, pero que es 
  mucho más insaciable”
- “El orgullo desayuna con la abundancia, come con la pobreza y cena con la vergüenza”
- “Es difícil que un saco vacío se mantenga derecho”
- “Es más fácil hacer dos chimeneas que tener una siempre con fuego”

- “Se puede dar un buen consejo, pero no el buen juicio”

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