Toda la noche
al hombro
te traían.
Sus capotes oscuros presagiaban la lluvia.
Seguiste caminando,
fugitiva.
Cualquier zaguán era tu cama.
Con no golpear las puertas,
cualquier zaguán era tu casa.
Se fueron con las palas al hombro.
Entonces,
toda la lluvia transparente
iluminó tu pelo.
Seguiste caminando,
libre.
Ellos se fueron con las palas al hombro,
oscuros mensajeros de la noche.
(1973)
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