miércoles, 19 de junio de 2013

Poesías extraídas del libro “Cantan los pueblos Americanos” de Germán Berdiales, Ed. Peuser, año 1957


Yo también canto a América (selección)
Por Rafael Alberti

… Yo también canto a América, viajando
con el dolor azul del mar Caribe,
el anhelo oprimido de sus islas,
la furia de sus tierras interiores.

Que desde el golfo mexicano suene
de árbol a mar, de mar a hombres y fieras
como oriente de negros y mulatos,
de mestizos, de indios y criollos.

Suene este canto, no como el vencido
letargo de las quenas moribundas,
sino como una voz que estalle uniendo
la dispersa conciencia de las olas.

Tu venidera órbita asegures
con la expulsión total de tu presente.
Aire libre, mar libre, tierra libre.
Yo también canto a América futura.


Yo también
Por Langston Hughes (versión rimada de Germán Berdiales)

Yo también canto América.

Soy el hermano oscuro.
Cuando alguno de afuera come en casa,
soy relegado a la cocina; es duro,
Pero lo tomo a guasa,
Y como y me hago grande y vigoroso
para acabar con el trato vergonzoso.

Porque mañana, vigoroso y grande,
he de sentarme con la gente fina
a la mesa, y no habrá ya quién me mande
nunca más a comer a la cocina.

Hermoso me verán
y entonces todos se arrepentirán.

Yo también soy América.


Un día
Por Juana de Ibarbourú

Mañana me levantaré de madrugada.
Quiero ver cómo el sol, alfarero barbado,
va modelando el cántaro de un día
en el torno remiso de este mes de verano.

Como un artista chino pintará al empezar,
una fuga de pájaros y llanuras floridas.
Los siete colores, los siete colores de la luz,
irán haciendo claro el gris de la arcilla.

Yo marcharé por los caminos en procura de hierbas,
en elección de plantas textiles y aromáticas
que luego estrujaré, ayudadora, sobre la greda.

Cuando el alfarero ponga el vaso en las manos de Dios
tendrá también el olor vegetal de las selvas.

Y Dios dirá con  plácida sorpresa:
-¡Qué brillantes son y qué bien huelen,
mis tierras de América!


La nube
Por Salvador Díaz Mirón

¿Qué te acongoja mientras que sube
del horizonte del mar la nube,
negro capuz?

¡Tendrán por ella frescura el cielo,
pureza el aire, verdor el suelo,
matiz la luz!

No tiembles. Deja que el viento amague
y el trueno asorde y el rayo estrague
campo y ciudad;

tales rigores no han de ser vanos…
¡Los pueblos hacen con rojas manos
la Libertad!


La tierra
Por Gabriela Mistral

Niño indio, si estás cansado,
tú te acuestas sobre la tierra,
y lo mismo si estás alegre,
hijo mío, juega con ella...

Se oyen cosas maravillosas
al tambor indio de la tierra:
se oye el fuego que sube y baja
buscando el cielo, y no sosiega.
Rueda y rueda, se oyen los ríos
en cascadas que no se cuentan.
Se oyen mugir los animales;
se oye el hacha comer la selva.
Se oyen sonar telares indios.
Se oyen trillas, se oyen fiestas.

Donde el indio lo está llamando,
el tambor indio le contesta,
y tañe cerca y tañe lejos,
como el que huye y que regresa...

Todo lo carga, todo lo toma
y no hay tesoro que lo pierda,
y lleva a cuestas, lo que duerme,
el lomo santo de la Tierra:
lo que camina, y que navega,
y lleva vivos y lleva muertos
el tambor indio de la Tierra.

Cuando muera, no llores, hijo:
pecho a pecho ponte con ella;
te sujetas pulso y aliento
como que todo o nada fueras,
y la madre que viste rota
la sentirás volver entera,
¡y oirás, hijo, día y noche,
caminar viva tu madre muerta!

El amazonas
Por Leopoldo Díaz

Padre Río, que avanzas al Oriente;
opulento, magnífico Amazonas,
que de vírgenes lianas te coronas
y el sol del Ecuador besa en la frente:

¿Cantas al porvenir con voz rugiente?
¿Ser libre, como América ambicionas?
Monarca augusto de invioladas zonas,
¿qué dios nos habla con tu rumor potente?

Atraviesas florestas tropicales,
y del Andes ceñidos por la brumas
se desploman tus férvidos raudales.

¡Cunde en los bosques tu tronar lejano,
y arrojando a su frente tus espumas
haces retroceder al oceano!


El Soldado (Fragmento)
Por  Francisco Luis Bernárdez

Desconocido pero eterno, su ser descansa en nuestro amor agradecido
Y, en el fervor de nuestras almas, su corazón está callado pero vivo
Aunque las sombras lo rodean, su luz conforta nuestra fe con su martirio
Y, aunque el silencio lo aprisiona, su voz agranda nuestro amor con su heroísmo
Nada sabemos de su rostro, nada sabemos de su nombre y su apellido
Nada sabemos de sus pasos, nada sabemos de sus gestos y sus gritos
Pero sabemos con certeza que su valor fundó la patria en que nacimos
Que por el nombre de la patria perdió su nombre silencioso y escondido
Que, ya desnudo de su nombre, se confundió con sus hermanos argentinos
Y que, por todos sus hermanos, entró con gloria y con honor en el olvido

2 comentarios:

  1. Felicitaciones, he encontrado el poema Yo soy América, dedicado a Martin Luther King. Hace 40 años lo aprendí pero con el tiempo no podía recordarlo en su totalidad. Ustedes me hicieron muy feliz. Gracias

    ResponderEliminar
  2. Gracias!! Por haberme hecho recordar el hermoso poema del Amazonas. Lo había leido de niña en un libro hace más de 30 años.♡

    ResponderEliminar