miércoles, 19 de junio de 2013

Una mala mañana - Por Enrique Spinelli

Me levanto, voy al espejo y de pronto me encuentro con un tipo de 40 y pico. ¿Quién es éste que me mira? ¡La pucha, parece que me han encerrado en este cuerpo de viejo!
No encuentro a mi vieja ni a mi abuela en casa, pero igualmente aparece una mujer que me dice que tengo que hacer.
Yo tengo 10 años, mi plan del día es ir con Miguelito a pescar ranas al canal; pero me mandan al banco y tengo que ir nomás. Ahí me atiende uno de traje: seguro que me quiere garcar, porque el traje es el uniforme del garca. Llegó un aviso a mi casa que decía que tenía otorgado un crédito de 6000 pesos (sabés los juguetes que me compro!), pero resulta que me cobraran el 31% de interés. Seré un niño pero no un boludo; así que le ofrecí al tipo prestarle yo esa plata por la mitad del interés y no aceptó: está claro que me quería garcar nomás.
Lo bueno es que en mi casa vive un pibito con el que jugamos todo el día y nos llevamos bárbaro. Sólo a veces me hace calentar cuando se emperra en jugar a que yo soy el papá. Además, todos los meses en el trabajo me dan un toco de plata que liquidamos en la juguetería.
Todos los días me mandan al trabajo. Uy dió, ¡la escuela es el paraíso! Tengo que aguantar hasta las 7 de la tarde. A esa hora el club Alas ya está lleno de grandes y no nos van a dejar el metegol. Bueno, mejor, esos tipos son de madera. Le jugamos "pierde paga" y tenemos toda la tarde gratis. Pero este horario me caga; a la tarde los niños somos los dueños del club.
La angustia me ahoga, lo único que me salva es este pibito que vive en casa. Hoy nos vamos a pescar ranas al canal. En el camino le robamos unos nísperos a la viuda de López, unas ciruelas al turco y con eso tenemos para toda la tarde. y si nos ven, ¡mejor! así revientan de rabia. ¡¡¡Esto sí que es vida!!!

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