A propósito de las muchas y grandes virtudes que atesoraba el alma del general don José de San Martín, la modestia era una de las que más nos impresiona y motiva nuestra admiración.
En la vida civil y militar del prócer, numerosos hechos prueban hasta qué punto este hombre extraordinario, era enemigo de la ostentación y del lujo. Cuantos lo conocieron y dejaron escritas sus impresiones, reconocen la sencillez de sus costumbres.
En el vestirse era muy modesto. Cierto día, hallándose en Santiago, San Martín observa que Las Heras uno de los jefes del Ejército Libertador de los Andes- tiene destrozada la chaqueta. Éste acababa de llegar a la ciudad chilena al frente de una división de 3500 hombres que, intacta, había puesto a salvo en la triste noche de Cancha Rayada.
San Martín imparte la orden de que se entregue a Las Heras, a quien está tan reconocido por su inteligente acción, la mejor chaqueta de su ropero.
¡Y cuán grande debió de haber sido, sin duda, el asombro de la oficialidad y del mismo Las Heras, al comprobar que la mejor casaca del generalísimo del Ejército, vencedor de San Lorenzo y Chacabuco, tenía remiendos en varias partes!
Cómo no estar emocionados: ¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuánto patriotismo!
Extraído del libro “En marcha” de Cabrejas Stagnaro, edición 1957
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