-Veamos preguntó- ¿pueden citarme los nombres de grandes reyes de Suecia?
-Gustavo Adolfo respondió una de las niñas.
-Carlos XII añadió otra.
-Oscar II dijo una chiquilla.
Sorprendido el rey por aquel acto de cortesía, le pidió que citara un hecho notable de su reinado. La alumna se quedó un momento pensativa, se volvió roja y se puso a llorar exclamando:
-¡No.... no se....ningu...no!
El monarca, acariciándola, procuró consolarla diciendo:
-No llores, hija mía, que yo tampoco sé ninguno.
Publicado en “Caras y Caretas”, año 1925
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