miércoles, 19 de junio de 2013

El respeto de Sarmiento Del libro para 6º grado “Crisol Nativo”, año 1960


Para el hombre que, al decir de algunos biógrafos, “empujaba las ideas hasta con el cuerpo”, los proyectos de gobierno que elaboraba eran cuestión fundamental, porque confiaba en ellos como solución para los grandes problemas de su patria. Sus noches sin dormir lo arrojaban sobre esos problemas, y las madrugadas lo solían alumbrar paseándose por su habitación, febril, angustiado, nervioso. Es que, muchas veces, el presidente de la república, señor don Domingo Faustino Sarmiento, era el único que comprendía la gravedad de las situaciones y el único también que debía resolverlas. Tan personal como era en todo, respetaba, sin embargo, las opiniones ajenas, y sentía mayor placer cuando convencía a los demás de sus razones, que cuando pretendían complacerlo aún sin conocimiento. Sabía escuchar otras opiniones y no era insensible a cambiar las suyas, si en ello veía el bien del país. Demócrata sincero, nadie como él para comprender al pueblo y para darle lo que necesitaba, aunque fueran soluciones drásticas y severas. Amaba a su pueblo y luchó por verlo instruido y apto.
Un día se discutió en acuerdo de ministros, Siendo Sarmiento presidente de le república, una cuestión fundamental. Hay un ministro que no está de acuerdo con el presidente. Discuten, y ese ministro, que era el Dr. Vélez Sársfield, le ofrece su renuncia, a fin de zanjar las dificultades. Entonces, Sarmiento le dice:
- Se me ocurre otro remedio, Dr. Vélez, y es que uno convenza al otro. piénselo bien; tenemos tiempo.
A la noche, cuando el Dr. Vélez Sársfield terminaba de comer, se le apareció el presidente, seguido de un lacayo con una valija.
-¿Qué?.. ¿Está de viaje Sarmiento?...
-Traigo dos mudas de ropa y vengo a instalarme aquí para discutir la cuestión de San Juan; y no me voy hasta que usted me haya convencido o yo a usted.
Estudiaron esa noche y parte del día siguiente, hasta que el Dr. Vélez Sársfield se dio por convencido y fue el más sólido sostenedor del gobierno en el debate que se originó en la legislatura.
No olvidemos que Sarmiento era en ese momento nada menos que el presidente de la república, con todo el poder y la influencia que tal situación significa. Sin embargo, prefirió la discusión franca, abierta, con su ministro, a quien dio la oportunidad de hacer conocer sus opiniones, hasta el punto que, si las mismas eran superiores a la suyas, aceptarlas como la solución buscada.
Es que, por sobre lo personal, en Sarmiento primaba el interés de la Patria, y pudiendo, como presidente, presionar para que todo fuera como él decía, prefería proceder democráticamente, escuchando otras voces y permitiendo la libre discusión de las ideas.

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