A través de la bruma de los tiempos,
las leyendas de gloria se abrillantan.
Y fulgura más vívido el recuerdo
del que muere luchando por la patria.
Ante su altar se postran reverentes
los pueblos que con su esfuerzo libertara,
y en él buscan consejo, inspiraciones,
virtudes, energías, esperanzas.
Héroes excelsos de una limpia historia;
hijos preclaros de la Patria amada,
muertos gloriosos por redimirla,
lo disteis todo: sangre, vida, alma...
No moriréis jamás. Vivirá vuestro nombre
del noble bardo en la canción sagrada:
en la plegaria de la santa virgen
y en las voces más puras de la infancia.
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