En su extraordinario poema argentino “Martín Fierro”, el gran poeta nacional José Hernández describe las desventuras de un gaucho injustamente perseguido. Al mismo tiempo pinta la vida en las llanuras bonaerenses, los padecimientos de los soldados en los primitivos fortines y las costumbres de los indios pampas, cuyos malones nada dejaban en pie, cuando avanzaban sobre las poblaciones robando, matando e incendiando.
El autor de tan notable libro pasó algún tiempo en una antigua estancia del sur de la provincia de Buenos Aires. Allí aprendió a enlazar y domar, se hizo hábil en todas las tareas de campo y trabó amistad con muchos viejos gauchos, que le contaron sus desgracias.
Hernández tenía una tan fuerza física, un corazón bondadoso y una memoria prodigiosa. En su madurez pintó lo que había visto en sus años de mocedad, pero no como simple pasatiempo, sino para que no se sepultara en el olvido al gaucho, que había prestado tantos servicios a la patria.
José Hernández se identificó tanto con el famoso personaje de su libro, que cuando murió, un diario dio la noticia de este modo: “Ha muerto el senador Martín Fierro”
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