jueves, 20 de junio de 2013

CONTATE UN CUENTO V - GANADOR CATEGORÍA : FIORELLA PARDO RIDAO

EL SOLDADO
Alumna de 2º año del Colegio Santa Rosa de Lima

Esta es la historia de mi hermano.
Era un 10 de Mayo, yo estaba en mi casa terminando algunas tareas a la espera de una llamada que definiría mi vida. Cuando, después de unos infinitos veinte minutos de espera, sonó el teléfono y me lancé sobre él desesperada, pero mi mamá me apartó y contestó ella. Me quedé parada  mirándola, intentando descifrar qué estaba pasando. Inmediatamente me di cuenta de que se trababa de  algo malo, la miré con más atención y ella escondió la mirada. Supongo que fue la noticia que nunca esperábamos recibir.  Me quedé sentada mirando el piso y mi madre colgó el teléfono, se acercó y me dijo con voz suave:
-  Se lo  llevarán  luego se fue caminado a su habitación.  Se lo llevarán a la guerra -  repitió
La guerra en Malvinas ya había empezado pero de emergencia necesitaban más soldados y mi hermano que hacía una semana había cumplido los 18, ya entraba en la lista.   Temblaba en mi habitación cuando entró Nicolás y me abrazó tan fuerte que no podía evitar estallar en lágrimas. Me aseguró que él ya lo sospechaba y que era algo que debía pasar. Comprendía lo que me estaba diciendo y que él también sufría. Debía ayudarlo y no llorar, aunque era inevitable. Durante la cena nadie probó un bocado y nos quedamos callados mirándonos, sabiendo que quizás sería nuestra última comida juntos.
Me levanté de la mesa y me fui nuevamente a mi cuarto a intentar dormir un poco pero no logré pegar un ojo en toda la noche, ya  que a   las seis de la tarde del día siguiente mi hermano partiría hacia el sur del país a una guerra fría y sangrienta.
Fingí estar dormida cuando mi madre vino a despertarme, pero luego le rogué para que  me dejara faltar al colegio para poder pasar mis últimas horas con Nico, ella no pudo negarse. Cuando mi hermano volvió de trabajar, lo recibí y almorzamos juntos, luego lo ayudé a preparar las pocas cosas que le permitían llevar en un bolso. Por supuesto se llevó todo lo más abrigado que encontramos, aunque la mayoría de las cosas eran de mi padre. Mi padre … había fallecido hacía 7 años por un balazo en la calle, ya que era policía. Sin darme cuenta  el tiempo pasó demasiado rápido, miré el reloj y eran las cinco y media. Me quedaba solo media hora. Terminamos el bolso y fuimos a merendar. Pocos minutos después  tocaron el timbre y mi madre fue corriendo a abrir. Vimos una especie de colectivo con muchos de los amigos de mi hermano dentro. Vestían  un uniformes. Nos abrazamos y vi a mi hermano alejarse hacia el camión.  Se saludó con sus amigos .Jorge, Manu, el Rata y Tate.
    Pasaron dos semanas desde que mi hermano se fue al sur y lo único que sabíamos  era  que seguía en el continente y que no sabía exactamente cuándo iba a ir hacia las islas. Nos contó en una pequeña carta que hacía mucho frío, más de lo que esperaba, y que Tate ya había partido rumbo a las islas.
    Los días seguían pasando. Una nueva carta llegó. La recibí yo. Una vez en la cocina, comencé a leer las desprolijas y veloces palabras de mi hermano. La carta decía:
 “Hola mamá, estoy en un barco con destino a Malvinas, tengo frío y no nos dan ni una frazada para taparnos por la noche. Según lo que estuve escuchando nos tendrán en la reserva unos tres o cuatro días para ver cómo van las cosas, si se ponen peores iremos al combate, si no nos mandarán  de regreso. Esta mañana nos dijeron al Rata y a mí que Tate había muerto de un balazo en el cráneo, lo que le ocasionó una muerte inmediata. Esta noticia es difícil de asimilar así que te pido que tengas especial cuidado cuando se lo digas a la madre de Tate. El Rata y yo se lo contamos al resto de los chicos y todos nos apoyamos entre nosotros, Jorge no resistió y rompió en lágrimas luego lo siguieron Manu, el Rata y  yo, por supuesto.
    Saludos a Sofi, espero que estén bien, las amo a las dos...                                                                                                  Adiós. Nico”

Después de leer esta carta me quedé sorprendida y sin saber qué hacer, cuando mi mamá se acercó y la leyó,  se dio cuenta de que yo no debía haberla leído, pero ya era tarde, me había dado cuenta donde estaba mi hermano, en qué condiciones  y que estaba en una guerra, donde lo que haría era matar a otros chicos como él y que además terminaría igual o peor que Tate. Todas estas conclusiones me dieron vueltas en la cabeza durante varias horas, hasta que el sueño fue más fuerte y me dormí. Pronto me agobiaron  las pesadillas: mi hermano muriendo de diez formas distintas. Me desperté sobresaltada y gritando. Mi madre vino corriendo a mi cama para tranquilizarme y se quedó dormida junto a mí. A la mañana siguiente, desayuné rápido y me fui caminando con Mechi, mi mejor amiga, que vive al lado de mi casa, a la escuela. Mechi cumplía quince el sábado. Cuando llegamos me senté en mi banco con Juan, mi mejor amigo,  y Mechi con Pablo. Con Juan nos reíamos mucho porque Mechi y Pablo se miraban como tontos todo el tiempo y además la profe los retó por no prestarle atención. En el recreo no se soltaban ni un segundo entonces me pasé todo el recreo con Juan riéndonos de cómo los habían retado a Mechi y Pablo.
Cuando tocó el timbre de salida Mechi se vio obligada a dejar a Pablo con Juan e irnos a su casa. En el camino Mechi me contó lo genial que había sido el día con Pablo y nos reímos muchísimo. Cuando llegamos a la casa de Mechi la ayudé a terminar con unos detalles de las mesas para su cumple. Estaba en la mesa principal junto con nuestras otras amigas. Juan estaba en la misma mesa que Pablo, Nacho, Pepe, Nahu, Chino y Pedro. Todos ellos eran parte del equipo de rugby del colegio y además, muy amigos.
Con todo este nerviosismo y ansiedad mezclados logré olvidarme por unos días de mi situación real. Mi hermano estaba en la guerra. Y eso no era algo que se debiera olvidar.
El día del cumpleaños llegó una nueva carta. Nico nos decía que todo estaba bien, que todavía no lo mandarían a la guerra y que creía que volvería a casa pronto. Esta noticia me puso muy feliz y más tranquila. Mamá me acompañó a la casa de Mechi y la ayudé a terminar de cambiarse. Nos fuimos juntas a su cumple. Entré al salón y fui a saludar a Juan y Pablo que estaban vestidos prácticamente iguales. Esperábamos la gran entrada de Mechi y luego disfrutamos de la magnífica cena perfectamente organizada. Mechi bailó toda la noche con Pablo y yo, de vez en cuando, con Juan. La fiesta fue genial y muy al estilo Mechi ,hermosa, organizada y muy divertida.
Al día siguiente mi mamá me despertó temprano, muy sobresaltada, yo intenté calmarla pero parecía no funcionar. Me contó que le dijo la mamá de Jorge que el pelotón de Nico y sus amigos estaban ya en combate y que el Rata había muerto de hipotermia antes de desembarcar. Esto último me cayó muy mal y no pude evitar ponerme a llorar porque el Rata era el mejor amigo de mi hermano desde que yo había nacido, así que no podía no ponerme triste por su muerte y sé que mi hermano no podría soportarlo por mucho tiempo, ya que el Rata era como el hermano que nunca había tenido. Lo siguiente que hice fue pedirle a mamá que se fuera de mi cuarto, quería estar sola, o mejor dicho, llorar sola. Estuve muy  triste por varios días.
La semana siguiente cumplía años el hermano de Mechi. Ella me  invitó a su casa a dormir y al cumpleaños. Al principio no tenía muchas ganas de ir, pero mamá me insistió para  que  fuera, desde lo de Rata casi ni salía. Una vez en lo de Mechi, como era de esperarse la pasé genial. También llegaron al cumple Pablo y Juan. Los saludé y ellos se dieron cuenta de que yo no salía de mi asombro.
- Nos invitó el hermano de Mechi - dijo Pablo antes de que pudiera preguntarles qué hacían ahí.
- No sabía que eran amigos - le dije dudando.
En ese momento se acercó Mechi y al igual que yo se sorprendió al ver a los chicos en la puerta. Los chicos se fueron con el hermano de Mechi. Subimos la escalera y una vez en el cuarto de Mechi, le pregunté:
- Sabías que iban a venir y por eso me invitaste, para que vea a Juan, ¿no?
Mechi se empezó a reír. -Sí tonta, obvio  me respondió
Nos reímos un rato y el tiempo se nos pasó volando. A las dos de la mañana  Juan y Pablo nos saludaron  porque ya se iban. Nos despedimos de los chicos. Estábamos tan cansadas que nos dormimos enseguida.  Al día siguiente me pasé todo el día en lo de Mechi. Cuando volví a casa mamá no estaba, me había dejado una nota en la mesada de la cocina que decía:
“Hija, me voy a hacer unas compras y después a la casa de tu abuela, preparate algo para cenar porque voy a llegar tarde”.
Me preparé una simple cena y me acosté a dormir. Escuché que se abría la puerta de entrada y la voz de mamá que sonó por todo nuestro pequeño departamento. Entró a mi cuarto llorando como nunca la había visto, en realidad como nunca la había visto desde… la muerte de papá. Me empecé a poner mal yo también, al verla llorar así empecé a suponer cosas horribles .Mi hermano estaba en una guerra donde lo único que se lograba era que un montón de jóvenes que ni siquiera sabían  utilizar un arma correctamente se matasen  entre ellos. Las palabras salieron de mi boca sin que lo pensara demasiado:
  -¿Qué pasa mamá?, ¡me podés decir que no es lo que estoy pensando!
Ella guardó silencio y su silencio la delató, sí era lo que yo estaba pensando: Nico en estos instantes seguro estaría muerto. La idea me atormenta y rompí en lágrimas, lloré, lloré y lloré hasta que mamá rompió el silencio y con su voz quebrada dijo:
- Sofi, sí es lo que estás pensando.
Empecé a llorar aún más fuerte y a abrazar a mamá muy fuerte, como si quisiera sacarle jugo.
Lloramos juntas todo lo que restó de la noche hasta que ella se vio vencida por el sueño y se desmayó a mi lado, yo, en cambio, no pude pegar un ojo, lo intenté una vez pero las pesadillas me hacían despertarme todo el tiempo, entonces decidí que no dormiría.
 Al día siguiente no me encontraba dispuesta a hablar, comer ni dormir. Pasaron los días y  continué en mi estado vegetal. Mamá me decía una y otra vez :” Nico murió como un héroe”. Había sido uno de los tres chicos que intentaron desactivar una bomba creada por los ingleses, la había logrado desactivar pero en el último minuto una pequeña explosión se desató y acabó con la vida de Nico, Jorge y un chico que vivía en Bahía Blanca que los quería ayudar a Jorge y a mi hermano. Me sentí orgullosa de ser la hermana de alguien como Nico, él siempre pensaba primero en la seguridad del resto antes que en la de él, esto se vio demostrado en su última acción, por lo menos dejó este mundo haciendo algo muy bueno que le garantizó la seguridad a otros ochenta chicos que estaban cerca del lugar.
Ya pasaron cuatro semanas desde la muerte de Nico y yo estoy un poco mejor, no mucho, pero un poco mejor. Mamá quiere que valla al médico, pero no estoy enferma de nada que involucre la salud, así que ir al doctor sería una pérdida de tiempo, lo que me pasaba era que todavía no lograba sanar. La muerte de Nico era como tener un enorme corte en la pierna, un corte que nunca iba a cicatrizar y nunca sanaría. Cuando lo hiciera, la marca quedaría para siempre, ya no se borraría,  quizás se hiciera más pequeña con el paso de los años pero nunca desaparecería, siempre estaría ahí presente.  

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