jueves, 20 de junio de 2013

Obras extraídas del libro “Iniciación literaria” por Delfina Bunge de Gálvez, Edit. H.M.E. 1937

El león agradecido
Por Trilussa 

“En el desierto de África,
un león que en una pata se clavo una espina,
llamó al teniente de la guarnición
quien lo opero con táctica ladina.
-“¡Bravo!” - dijo el león agradecido
del el favor inmenso al cirujano.
- ¿Qué es lo que más deseas?-  “Un ascenso”
- Si es que puedo te daré una mano.
Y aquella misma noche diose prisa
por cumplir su promesa.,
y más fiel que cualquier hijo de Adán,
llamó al teniente de la guarnición
y le dijo: - “Amigo, te ascenderán,
yo se lo que te digo. Me acabo de comer al capitán”.


Elevación
Por Charles Baudelaire

Por encima de todos los lagos soñolientos,
de los montes, los bosques, el mar y las praderas,
más allá de los astros, más allá de los vientos,
más allá de los límites de las altas esferas,

¡Oh, espíritu! te mueves con suelta agilidad
y, buen nadador, tiendes los brazos en la onda,
cruzando alegremente la inmensidad redonda,
con movimientos largos y viril voluntad.

¡ Huye de las miasmas de los bajos terrenos!
¡Sube a purificarte al aire superior,
y bebe, como un puro y divino licor,
la clara luz que llena los espacios serenos.

Sobre en negro fastidio y la lenta amargura
que con su peso cargan la existencia brumosa,
dichoso aquel que puede con ala vigorosa,
ganar los campos vastos de la eterna hermosura.

Aquel que los deseos, como alondras, suspende
en matinales cielos, sin nubes y sin dudas,
que vuela sobre el mundo y, sin esfuerzo, entiende
la lengua de las flores y de las cosas mudas.


Un sueño
Por Sully Prudhomme

Díjome el labrador: “Toma la azada,
procúrate el sustento apetecido”;
el tejedor: “Fabrica tu vestido;
el arquitecto: “Erige tu morada”.

Huyendo, en soledad desesperada,
por el género humano maldecido,
auxilio en vano a las deidades pido;
sólo fieras encuentro en mi jornada.

Aterrado, despierto; el sol fulgura,
osado constructor la escala agita,
zumba el taller, sembrado miro el llano.

Desde entonces, asido a mi ventura,
vi que el hombre del hombre necesita
y de todos al par me siento hermano.


El pequeño prado verde
Por Susana Calandrelli

¿Fue en los tiempos milagrosos de mi alada edad primera?
¿Fue en un mundo que he adorado y que no existe?
tengo el pálido recuerdo de una loca primavera,
de un gran prado, de una vieja enredadera,
y una niña un poco triste…
Por algún camino curvo la memoria se me pierde.
Pobre niña, ya ni sé por qué viniste…
Sólo sé que ambas jugamos en el viejo prado verde
de aquel mundo que he adorado y que no existe…
¡Cuántos pájaros ligeros se escapaban por el aire
persiguiéndose al desgaire!
¡Cuántas leves mariposas
en las rosas!
Ya no sé por qué camino la memoria se me pierde…
Tú jugabas a mi lado, niña triste,
por los céspedes benditos del divino prado verde,
mas allá de una frontera que no existe…

Y de pronto nos miramos. Y después, sin decir nada
(por un curvo caminito la memoria se me pierde)
nos paseamos de la mano, como niñas de balada,
por los céspedes benditos del divino prado verde…
Fue un momento delicioso. Yo no sé que sucedía…
Una puerta de otro mundo lentamente se entreabría…
Se diría que algún ángel murmuraba a nuestro lado
Una frase transparente, que ambas hemos olvidado…
Quizás sepa aquella frase la remota primavera.
Es posible todavía que algún árbol la recuerde…
algún árbol centinela del divino prado verde,
de la vieja enredadera,
de la niña un poco triste,
¡de aquel mundo milagroso que no existe, que no existe!

2 comentarios:

  1. Encontrar el poema sobre el prado verde me devolvió una parte de mi alma

    ResponderEliminar
  2. "Un sueño" me trae los mejores recuerdos escolares, lo llevo en mi memoria como un tesoro.Escuela número 7, Sarandí Grande, Uruguay.

    ResponderEliminar