Si acaso me encontrara,
recibiera un golpe en punta de repente,
un tajo de libertad...
El aire se llenaría de gritos puros
y alegraría mi corazón desesperado,
desatando los nudos del dolor.
Ah!
Los espacios abiertos a los rayos de sol,
a las gotas de sangre salpicada en agua clara,
nudo de sombras,
yugo de ira.
¡Ay, corazón que galopa en el silencio,
traspasa la edad de la crecida
y huye del río del dolor!
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