Di de él, Juez, lo que te plazca, pero yo conozco las faltas de mi niño.
Si lo amo no es porque sea bueno, sino porque es mi hijo.
¿Qué sabes de la ternura que puede inspirar, tú que pretendes hacer exacto inventario de sus cualidades y sus defectos? Cuando yo tengo que castigarlo se convierte en mi propia carne.
Cuando lo hago llorar, mi corazón llora con él.
Sólo yo puedo acusarlo y reñirle, pues sólo quien ama tiene derecho a castigar.
Esté es uno de mis cuentos favoritos de Tagore
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