Clarita estaba la noche,
clarita y por vez primera
los dos sapos de aquel charco
saltaron a las estrellas.
Clarita estaba la noche
cuando la retama nueva
aprendió a silbar bajito
por no despertar las piedras.
Clarita estaba la noche
sin ogros, cucos ni meigas,
mientras mueven, despacito
la cuna las hadas buenas.
Clarita estaba la noche
mientras que la luna riela
por los valles más profundos
y los techos de la aldea.
Clarita estaba la noche
para escuchar de la tierra
todo lo que hacen los hombres
en las malas y en las buenas.
...
La tierra contaba todo,
la noche sólo escuchaba.
Contó para desahogarse
hasta empezar la mañana.
Las ranas, de las estrellas
volvieron, y las retamas
saludaron con perfume
a la aurora que llegaba.
Por allá despierta un niño
y hacia el valle van las hadas,
vuelve el hombre bajo el cielo
y a la tierra, la esperanza.
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