Busca su cauce la extraviada nota
que un ágil viento caprichoso enreda
y en hondo idioma de prosodia ignota
hablan de amor la sombra y la arboleda.
Suena a lo lejos la campana rota
de alguna dicha que el destino veda,
y en rezo tierno, con unción devota,
feliz plegaria por la noche rueda.
Quizá ninguno la oración comprenda.
Acaso nadie su cantar recoja.
Mas nada busca la amorosa ofrenda
sino ese roce con que se deshoja.
Y al fin cumplida su pasión de rezo,
nace en los labios, como un niño, un beso.
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