Señor, nunca me des lo que te pida.
Me encanta lo imprevisto, lo que baja
de tus rubias estrellas, que la vida
me presente de golpe la baraja
contra la que he de jugar.
Quiero el asombro
de ir silencioso por mi calle oscura,
sentir que me golpean en el hombro,
volverme, y ver la faz de la aventura.
Quiero ignorar en dónde y de qué modo
encontraré la muerte. Sorprendida,
sepa el alma, a la vuelta de un recodo,
que un paso atrás se le quedo la vida.
Siempre me gustó... aunqeu con un poco de temor...
ResponderEliminarHermoso
ResponderEliminarMe gustaria conocer a toda esa gente que "rescata del fuego" o del olvido tanta poesía bellísima. Y a un grillo o a aquel lejano grillo! Hermosos
ResponderEliminar