Palpita en las banderas una emoción de vuelo,
cuan si flameara en ellas un recuerdo de altura...;
y el corazón se agranda de dichosa ventura
como entreabre a una rosa la claridad del cielo.
Le das a todo el mundo, fortuna, amor, consuelo,
y a tus hijos, la honra de una historia tan pura.
¡No hay vida vacilante que no halle la ternura
del hombro de una madre, en la paz de tu suelo!
Tú eres como mi nombre, mi hogar, mi poesía
las únicas riquezas que mi ser atesora:
¡Sólo sé que te quiero, sólo sé que eres mía!
Tu amor me corresponde convertido en belleza;
y el alma, como un astro que tiembla ante la autora,
se conmueve sintiendo tu futura grandeza.
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